Llamamiento

Los Ovnis de Tampico-Madero.

La región en que se ubica el puerto de Tampico y Ciudad Madero, es la zona conocida como la “Faja de Oro”, gracias a que en toda la costa del Golfo de México se pueden encontrar ricos mantos de oro negro (petróleo). Según los expertos, esta costa que tiene una meseta continental, no es propicia para la pesca mayor ni para establecer puertos de altura. De manera que los que existen, son producto del sistema de ingeniería moderna y el dragado que permite la tecnología marítima moderna.

Por ubicarse estos puertos en la zona norte de México, retoma importancia el comercio y los embarques marítimos debido a la cercanía con los Estados Unidos de Norteamérica. Por unirse el Golfo de México con el Océano Atlántico, el comercio puede fluir hacia Europa, en donde se encuentran los países más ricos del mundo y las potencias militares más fuertes e industriosas. Tampico y Madero adquieren por ello una importancia que rebasa las fronteras de México y trasciende hacia el plano internacional, de ahí la importancia que tiene para muchos, estas dos ciudades.

Antecedente histórico.
Pero esta ubicación también tiene sus inconvenientes gracias a su posición geográfica, que expone a esta zona conurbada a los embates de ciclones, que año tras año golpean las costas de esta zona. En 1897 Tampico fue azotado por fuertes vientos huracanados que destruyeron muchas viviendas, y que provocó inundaciones extensas en las zonas bajas de esta ciudad. Situación similar han vivido los habitantes de este puerto, durante el siglo XX y más notablemente en 1933 y 1955.

En agosto de 1955, pasó de una agobiante sequía a la inclemencia de intensas lluvias que generaron una de las más grandes inundaciones. La situación empeoró con la presencia del huracán “Gladis”, que el 3 de septiembre de ese mismo año provocó copiosas tormentas, convirtiendo la ciudad en un caos. Días después los habitantes del puerto se volvieron a alarmar ante la amenaza de otro ciclón que azotó con furia esta zona, provocando una situación grave. Este ciclón bautizado con el nombre de “Hilda”, que el 19 de septiembre azotó esta zona con fuertes y veloces vientos que derribaron árboles y postes de alambrado público, etc. Al día siguiente la ciudad amaneció con las calles del centro totalmente inundadas sin energía eléctrica, ni agua potable, ni servicio telefónico. Este huracán penetró en tierra a más de 400 Kilómetros por hora.

Se estaban reparando los daños materiales y los servicios públicos de Tampico y Madero, cuando los medios de información dieron otra terrible noticia: “En el Mar Caribe se estaba formando otro ciclón de nombre “Janet”. Éste azotó las costas de Yucatán y se dirigió al puerto de Tampico. El nivel del Río Panuco subió veinte metros, se inundaron las colonias El Cascajal, Isleta y las zonas bajas de Ciudad Madero. El diámetro de este huracán llegó a extenderse aproximadamente 600 kilómetros.

Durante los últimos 50 años en Tamaulipas los huracanes no sólo se incrementaron, sino que en promedio, siete de los que se registran anualmente se ubican en categoría cinco. En 1967, arribó a Tamaulipas el huracán Viula, el cual impactó a Tamaulipas y parte de Estados Unidos. El huracán Camille fue el más intenso de 1969, hasta que Allen igualó dicho registro en 1980. La ciudad de Tampico no se vio afectada al igual que Cd. Madero, y la gente de este lugar le dio gracias a Dios por esta salvación, aunque desde ese día algunos porteños empezaron a darle el crédito de estos milagritos a alguien más.

Esta costumbre es prehispánica: acreditarles a los dioses el amparo recibido. Con los españoles la costumbre no cambió mucho y se les acreditaron los prodigios a los santos patronos. Así que no fue Dios el que salvó a Tampico y Madero. ¿Entonces quién fue? El huracán Gilberto daría la pauta para identificar a quienes cuidan a esta región. Gilberto se formó el 8 de septiembre de 1988. Se movió y se intensificó pasando a categoría de tormenta tropical. El 9 de septiembre recibió su nombre y avanzó hasta convertirse en huracán, categoría 3.

El 14 de septiembre tocó tierra en Yucatán y se mantuvo hasta impactar en La Pesca, Tamaulipas el 17 de septiembre; provocando inundaciones como lo hizo en la ciudad de Monterrey; en donde el ojo pasó casi por encima de esta ciudad, provocando 29 tornados en Texas. Tampico se salvó de milagro. Muchas personas en Tampico y Madero tomaron en serio la idea de que Tampico, Madero y Altamira, estaban protegidos por los ovnis. Hay quienes tratan este asunto como un simple rumor. El 27 de octubre del año 2008, una maestra y sus alumnos avistaron tres objetos extraños, parecidos a los famosos platillos voladores que Mausan observa en sus reportajes. Los tamaulipecos encontraron nuevos patronos a quienes acreditarles que esta región no sea azotada por lo huracanes.

Los amigos.
Carlos y José, son dos jóvenes que estudiaban en la escuela secundaria José María Morelos y Pavón, en el puerto de Tampico. Estos adolescentes estaban inscritos en tercer año, grupo A, y es ahí donde principia nuestra historia. Corría el mes de septiembre de 1994, la temporada de huracanes comenzaba y había zozobra en la ciudad.

El maestro de Ciencias Sociales advertía al grupo de los peligros que genera un huracán, y les informaba de algunas reglas de seguridad que era necesario tomar, para resguardar lo mejor posible las casas y a las personas que estaban en las partes bajas de la ciudad. Alguien dijo entre las filas del salón de clase: “No tenemos por qué preocuparnos, no nos va a pasar nada, los ovnis nos van a proteger”. Todos quedaron en silencio, y el maestro asombrado por aquella interrupción, preguntó: ¿Quién dijo eso?, dirigiéndose hacia el lugar en que se había escuchado la voz burlona. Todos volvieron a quedar en silencio mientras el maestro volvía a preguntar: ¿Quién dijo eso?

Todos los alumnos quedaron en silencio, hasta que uno de los alumnos, tomando valor, dijo con cierta timidez: -“Fue Elías, maestro”. Dirigiéndose el docente hacia el interfecto pregunto: -¿De dónde sacaste esa idea?, -“dice mi abuelo” -contesto Elías-, -“que los ovnis tienen una base frente a Madero, que ellos nos están cuidando y desvían a los huracanes para que azoten en Estados Unidos”. -“Ese es un rumor que no debe ser tomado con seriedad”, -dijo el docente-. -“Nosotros debemos de basarnos en la ciencia y no en las especulaciones de la gente”. -“Mi abuelo sí estudió”, increpó Elías y luego dijo: “El lee mucho y sabe muchas cosas”. El docente regresó la mirada al estudiante rezongón y dijo: -“Eso no garantiza que tu abuelo esté diciendo la verdad”.

Elías y el profesor cruzaron la mirada y entonces prosiguió la clase. Todos callaron y nadie volvió a contradecir al maestro, pero la duda quedó sembrada en dos pícaros alumnos, Carlos y José. El primero de ellos vivía en Ciudad Madero, en la colonia Obrera, a un par de calles de la colonia Primero de Mayo. José vivía en la colonia Anáhuac, a la altura del cruce de las lanchas de Casa Blanca. Ambos se habían conocido en la escuela y desde los primeros días de clase se convirtieron en buenos amigos.

Estos muchachos se juntaban con Elías, Perlita y Cristina. Cuando salía de clases, maquinitas; que por ese tiempo estaba muy de moda y cerca de la escuela. El padre de José, se dedicaba a la pesca y captura del ostión, por lo que había comprado un par de lanchas para realizar su trabajo. José tuvo la ventaja de aprender parte del oficio, así que por las tardes Carlos y José recorrían el río Panuco, costeando la orilla veracruzana y la tamaulipeca. Ambos se sentían marineros y tenían el sueño de estudiar en la escuela Náutica, del puerto de Tampico.

Elías, Cristina y Perlita no los acompañaban a sus aventuras, pero participan con ellos en trabajos escolares y algunas de sus travesuras de chamacos, siempre y cuando no se alejaran mucho del centro comercial de Tampico. Además de que Perla era la novia de Carlos y Cristina la novia de José. Sólo Elías no tenía pareja, pero lo apreciaban. Un día en que Carlos y José salieron de la escuela, acompañaron a las novias hasta la parada del autobús. Se despidieron de ellas y se dirigieron hacia el cruce de Casa Blanca. Tenían el propósito de ir hasta la playa en una de las lanchas que tenía el papá de José.

Ambos soñaban con recorrer el mundo a través del mar. Cruzaron hasta el lado de la Anáhuac y bordearon el río, hasta llegar a casa de José. La madre de éste los recibió en la puerta y los invitó a comer, porque José tenía que arreglar algunas cosas para salir de pesca con el papá. Los chamacos hicieron todo con rapidez, querían sentirse libres y recorrer el río hasta la bocana. Carlos y José sabían nadar muy bien, lo que hasta cierta medida tranquilizaba a los padres de ambos, cuando los veían con la intención de introducirse al río.Carlos y José abordaron la lancha y se dirigieron rumbo a la bocana y a las escolleras, para aventurarse en las aguas del mar. Mientras avanzaban se encontraron un par de barcos camaroneros, los cuales les hicieron bailotear un poco, haciendo ver la lanchita como una cáscara de nuez. Como ya estaban acostumbrados a ese tipo de eventos no le dieron mucha importancia, y siguieron con el objetivo de llegar hasta la orilla del mar. A escasos 500 metros de la escollera se encontraron con un barco carguero, que media un poco más de 200 metros de eslora.

Carlos se paró en la lancha y José le dijo: -“siéntate que nos podemos voltear con el bamboleo que se va a hacer. Carlos se sentó y vio pasar aquella mole de acero entrando a puerto que los hacía ver tan diminutos. Los marineros de aquella nave pasaron sin percatarse de la pequeña embarcación que estaba pasando junto a ellos. Carlos y José llegaron hasta la parte en que el río y el mar se juntan. Ahí se sintió un extraño movimiento y la lanchita parecía hundirse. Superado el inconveniente entraron en el mar, lo que hizo que la embarcación se estabilizara de nuevo.

La luz extraña.
Las aguas estaban tranquilas y los jóvenes enfilaron la pequeña embarcación, hacia la izquierda, para ubicarse a la altura de la calle Obregón y refinería. De ahí se dirigieron mar adentro. Avanzaron lentamente y después de cinco minutos de navegación, perdieron de vista la costa, lo cual preocupó a Carlos, pues no traían instrumentos de navegación, sólo como dicen por ahí: “A ojo de buen cubero” regresarían de nuevo al camino del que se habían alejado y nada más. Repentinamente José apagó el motor y se lanzó al agua. Carlos lo siguió y comenzaron a zambullirse una y otra vez. Una de esas veces, José le dijo a Carlos: -“Mira lo que hallé, una luz muy clara y verde está debajo de nuestros pies”. Ambos se volvieron a zabullir y llegaron hasta donde pudieron aguantar la respiración. Vieron una luz un poco más intensa, como la que José acababa de ver.
José le hizo señas a Carlos de que salieran a la superficie y cuando llegaron a ella, José le dijo a Carlos: -¿Viste la luz que yo vi? -Si -dijo Carlos y añadió: -¿Qué será tú? -No sé -dijo José-, -¿no será el reflejo del sol sobre el agua? -¿Pero, por qué se ve verde y no del color del sol? -dijo Carlos. -Pues porque el agua se ve verde allá abajo, -dijo José-. -Puede que tengas razón, -dijo Carlos-, -sumerjámonos de nuevo y veamos qué es.
Se volvieron a zambullir con mayor aire en los pulmones, para ahondarse un poco más y ver si lograban descubrir de dónde venía la luz y qué era. Lo hicieron quizás hasta un poco más de los 20 metros, quizás un poco menos pero en fin, lograron ver un poco más clara a la luz, distinguiendo el fondo un poco mejor que la primera vez. Pusieron atención y vieron un círculo, como si fuera un reflector o algo así. Volvieron con rapidez a la superficie y ahí discutieron sobre lo que habían visto.

Treparon a la lancha justo en el momento en que otro barco camaronero se dirigía al puerto, así que no batallaron para llegar seguros al hogar de José. Mientras llegaban se preguntaban uno al otro: ¿Qué sería lo que vimos?, ¿De dónde vendría esa luz?, ¿Sería alguna tubería de Pemex, o sería una fuga de gas o algo así? No hallaron respuesta a sus dudas, pero quedaron en guardar silencio y volver al día siguiente con algunos pequeños tanques de oxígeno, para entrar hasta el fondo si era posible.

El susto de su vida
Al día siguiente asistieron a clases, dejaron a las novias de nuevo en la parada acostumbrada y se dirigieron presurosos a la casa de José. Sus corazones aventureros latían fuertemente, por la emoción que les provocaba la aventura que estaba por iniciar de nuevo. Salieron al mar como lo habían hecho el día anterior, se posicionaron misma a la altura y se adentraron al mar. Calcularon el tiempo y luego se fueron despacio buscando en el fondo la luz que habían visto el día anterior.

Ya casi perdían la esperanza de hallar lo que buscaban, cuando Carlos gritó: -¡Mírala, ahí está de nuevo, qué bonita se ve la luz! José apagó el motor, soltó una especie de ancla y ambos se pusieron los pequeños tanques de oxígeno y se lanzaron al mar. Avanzaron hacia abajo, no supieron cuántos metros, pero casi tocaron fondo. Era una especie de montículo arenoso y sobre él estaba una especie de alcantarilla o claraboya, como cristalina vidriosa, con un posible diámetro de algunos 10 metros circulares, tal vez del tamaño de una pieza de casa. Parecía dura como una roca, cristalina, aparentemente transparente, pero no se veía hacia el interior o lo que estaba detrás de ella, o como quien, dice por debajo. Pasaron unos minutos observando, pero al no ver algo más, dieron por concluida la aventura y volvieron a la superficie.

La suerte estaba con ellos porque nuevamente venía otro barco camaronero, que se dirigía al puerto y lo siguieron de nuevo. A nadie le contaron lo que habían encontrado, y a la semana siguiente volvieron a realizar la misma empresa, hasta que vieron aquello como algo natural y confiable. En una de las visitas a ese lugar, Carlos y José habían hasta jugado alrededor de la escotilla y nada había sucedido. Los avistamientos de ovnis estaban a la orden del día y en varias colonias de Tampico y Ciudad Madero. Las personas hablaban de ellos. Más aún la gente que vivía cerca de Las Escolleras, decía haber visto extraños objetos durante el día, y por la noche luces multicolores. Carlos y José escucharon los comentarios en la escuela y en sus casas, pero nada dijeron al respecto; sólo permanecían callados, como ignorando los acontecimientos.

Pero el lunes de la sexta semana, se pusieron de acuerdo para ir de nuevo a ese lugar misterioso. Llegaron, anclaron la lancha, se pusieron sus tanques de oxígeno y se lanzaron al mar. Descendieron hasta una profundidad prudente en espera de acostumbrarse a la presión que ejercía sobre ese descenso. Luego procedieron a bajar hasta ver con toda claridad la luz de la escotilla. Pero esta vez, el lugar les tenía reservada una sorpresa.
Llegaron hasta el fondo, lo más cerca de lo que se podía a la escotilla, justo en el momento en que la arena se empezó a sacudir. Primero con suavidad, pero luego con violencia. Carlos y José se paralizaron de miedo porque nunca se hubieran imaginado que eso podría suceder y luego de reponerse se lanzaron con rapidez a la superficie, subieron a la lancha de prisa, y sin más preámbulo José echó a andar el motor poniendo distancia así entre aquel lugar y ellos.

La lancha arrancó a toda velocidad, en el momento en que de entre el agua surgía una especie de nave en forma de disco; la cual se elevó hacia el cielo en forma perpendicular con rumbo al oriente, mientras ellos iban a toda velocidad hacia el lado contrario. José y Carlos vieron con asombro aquella silueta color gris que despunto en el horizonte, hasta desaparecer en breves segundos.

Los muchachos hicieron el recorrido a toda velocidad sin volver a voltear, y llegaron a la casa de José, callados y espantados. La familia y amigos que estaban reunidos ahí, notaron en el rostro de los recién llegados el semblante que denotaba miedo, así que comenzaron a interrogar a los dos muchachos. Después de un par de evasivas, ellos contaron lo sucedido a los presentes, que los escucharon con asombro. Primero por el atrevimiento de incursionar en el mar y luego por los objetos extraños que habían descubierto.

Después de escuchar la narración, los padres de José los regañaron por el atrevimiento de hacerse a la mar sin el consentimiento de ellos y luego por no haber dicho nada del hallazgo que habían logrado. Pero una hora después, amigos y vecinos seguían a Carlos y a José por la ruta que habían seguido para llegar al encuentro de aquella cosa extraña y corroborar la historia que contaron los muchachos.

Seis lanchas se adentraron hasta el lugar en donde se suponía encontrarían aquella extraña escotilla. La gente que acompañó a los aventureros era experta en asuntos de mar, por lo que al no lograr descubrir algo de lo que escucharon en labios de los muchachos, decidieron hacer recorridos escalonados en el área indicada. Una hora después, cansados y casi en tinieblas, las seis lanchas regresaron al embarcadero mientras el papá de José regañaba a los muchachos por la broma que le habían jugado. Era evidente que no le iban a creer y así fue.

Cuando todos los vecinos se alejaron del lugar, en el fondo del mar se sacudió la arena y volvió a surgir la luz que no lograron distinguir los curiosos. Estaba oculta entre la arena, para no delatar aquella presencia y en un extraño lenguaje, se lanzó desde ahí un mensaje a cierta nave que venía entrando a la atmósfera: “Intrusos fuera, pueden llegar con toda confianza, los humanos ya se alejaron y quizás no vuelvan por aquí, base segura de nueva cuenta”. Comandante Galaxmec

Al día siguiente, Carlos y José eran acusados de mentirosos en la escuela y en sus casas y por consecuencia les hacían bromas de mal gusto.

El Llamamiento


El Llamamiento

Registro: 03-2004-031014582500-01. Marzo 22 de 2004 México D. F.
Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, sin el consentimiento del autor.

Por: Aarón Catalán de León.

Una propuesta desde la perspectiva de Trilogía de la Formación Profesional.

Prólogo

Las propuestas que se hacen en este libro, son parte de la teoría de orientación vocacional que lleva por nombre: “Trilogía de la Formación Profesional”. Esta teoría afirma que todos los seres humanos tienen tres llamamientos ineludibles de los que tarde o temprano darán cuentas. El llamado de Dios, el de la sociedad y del individuo mismo, o sea, de su propio “yo”. El llamamiento de Dios es un proceso que se da en tres pasos o niveles. El primero a ser redimidos por Cristo; el segundo a ser santificados y el tercero el llamado a ejercer un ministerio entre la sociedad.

En esta teoría se ve al llamamiento, la vocación y la elección, como un proceso al estilo teoría de sistemas: El hombre entra por medio del llamado de Dios, al ámbito social, es transformado vocacionalmente por medio de la educación formal e informal, para que realice las elecciones que tenga que hacer en su vida. El éxito no se basa en la acumulación de bienes materiales. Se basa en saber responder en su tiempo y en su espacio, al llamado que se recibe de estos tres agentes.

La vocación no es la inclinación que una persona tiene por una profesión. Creer esto es un mito que se ha esparcido equivocadamente. Ninguna persona nace para una profesión, las profesiones nacieron para estar al servicio del hombre y no éste al servicio de la profesión. “La vocación es la capacidad y disposición moral y espiritual, que una persona tiene en un momento dado, para amar, dar y servir”.

Esto es realmente la vocación, lo otro es inclinación o disposición o elección, no vocación. La vocación determina el estilo de vida en que se forjara al individuo y con lo que realizara las elecciones tanto profesionales, como ministeriales. Con la siguiente grafica se pretende ilustrar mejor esto.

Gráfico 1

El llamamiento tiene varios aspectos. El agente demandante y tirano el “yo”, que exige reconocimiento y lugares de privilegio, porque se cree merecedor de ello, aún por encima de otros, por más seres queridos que sean de él. El otro agente tirano es la sociedad. Este agente es hasta cierta medida indiferente, porque tiene el poder para serlo, ya que si una persona obedece o no a su llamado, la sociedad le designará un espacio en su estructura. Si no obedece a su llamado, puede llegar el caso de expulsar o marginar a un sujeto.

El tercer agente es Dios. Lo crea no lo crea la gente. El vacío existencial surgió en el huerto del Edén, después de que el hombre pecó y desde entonces no alcanza felicidad plena. Cuando el hombre sufre de este delirio, se pierde en los vicios o se vuelve entusiasta, porque cree ser el mejor. Si no es así, entonces se vuelve amargado y resentido, porque cree que nadie lo supo valorar. Dios es el único que insiste en llamar; busca, induce y hasta bloquea al ser humano, con el propósito de que escuche su voz, ya que sabe que en su gracia esta la respuesta, a la necesidad humana de ser y hacer.

Esta teoría ya fue presentada en los libros “El Llamamiento, Mitos y Verdades”, “El Llamamiento y Liderazgo”, los cuales ya se publicaron en 1998 y 1999. Después de haber sido revisada la teoría, ahora se presenta en tres tomos, mismos que tratan por separado a cada uno de las tres fases del proceso. Trilogía de la formación profesional, hace una marcada diferencia entre los conceptos de llamamiento, vocación y elección, que han generado una tremenda confusión entre psicólogos y orientadores. Se dice que de acuerdo al latín, la palabra vocación significa llamamiento, pero lo que muchos ignoran es que la palabra vocación como el nuevo testamento, no provienen del latín sino del griego.

El único uso antiguo de este término es de raíz Bíblica y este sagrado escrito lo expone como una relación de binomio, junto al llamamiento. Dios demanda una acción humana (llamamiento) y el hombre responde (vocación) o rechaza el llamado, eligiendo en pleno uso o ejercicio de su libre albedrío. Durante todo este ensayo se definirán a los tres llamados que el hombre recibe durante todo el transcurso de su vida y se expondrá la manera en que éstos determinan el presente y futuro de los involucrados en el llamado. Las historias aquí presentadas son reales, solamente se cambiaron algunos hechos y nombres de los personajes mencionados, para cubrir el testimonio de los involucrados.

Introducción.

La iglesia cristiana tiene vacíos en lo que se refiere al ministerio y al liderazgo porque en la predicación se ha olvidado al llamamiento Divino y en una actitud inconsciente, quizás no maquinada, se ha proyectado la idea de que sólo son llamados al ministerio y el liderazgo, aquellos creyentes místicos que iluminados por una luz especial, están dispuestos al sacrificio y al arrojo. El llamamiento Divino es para todos los seres humanos que quieren ser redimidos, para luego ser santificados y por último o como resultado de las dos primeras fases del llamado, se involucren en el servicio (liderazgo y ministerio cristiano) a Dios, por medio del servicio al prójimo.

Si la Iglesia está pasiva ante la carencia de pastores y la ausencia de ministerios específicos que se deben ejercer en el seno de la grey hacia un mundo necesitado, es porque no se está predicando debidamente, sobre el llamado de Dios y siendo ignorado de manera inconsciente (sin intención maquinada), la Iglesia ve pasivamente como faltan obreros en la mies, sin que ella se sienta comprometida, muchos menos involucrada y sólo se concreta a oír y ver. Esta necesidad se manifestó en el antiguo testamento, como en los tiempos del nuevo, con los mismos resultados. Los hombres han sido llamados por Dios en todo tiempo, Abraham fue llamado lo mismo que Isaac y Jacob. Llamó Dios a Moisés, a David, a Jonás, a Amós, a Isaías y a Jeremías, batallo con ellos y los condujo por la senda de la obediencia, para que no perdieran la visión del llamado.

Llamó el Señor a sus discípulos y junto con ellos a Pablo, Bernabé, Silas, Aquila y Priscila. Con el tiempo siguió llamando a todos los creyentes y mientras el mundo veía que el trabajo menguaba, la Iglesia veía como aumentaba el de ella y las manos escaseaban. Para tristeza de todo creyente la Iglesia es la única que sufre por la falta de empleados, cosa contraria sucede en el mundo. Esta necesidad se manifiesta en el antiguo testamento como en el nuevo y es motivo de preocupación Divina y forma parte de la proclamación del evangelio. En tiempo antiguo podemos escuchar la voz de Dios llamando: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? (Isaías 6:8). El Señor Jesús renueva la insistencia del llamado que hizo el Padre en el antiguo testamento y exclama: “Rogad al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. (Mateo 9:38).

Se reconoce que el llamamiento a la salvación opera bajo el libre albedrío de cada persona, pero que cuando la persona acepta la redención de Cristo, ya no esta en libertad de aceptar o rechazar los otros dos llamamientos. La salvación es condicional pero la santidad y los ministerios no. Los creyentes son llamados para ser santificados lo crean o no (1ª de Pedro 1:13-16) (Hebreos 12:14) y también en esta misma condición, es el llamado a ejercer un ministerio que va de la congregación hacia la sociedad.

De acuerdo a las sagradas escrituras (Romanos 11:29) el llamamiento a ejercer un ministerio depende de la obra santificadora de Dios, quien por medio de su Espíritu, da a cada creyente los Dones (1ª de Corintios 12:4-10) que Él quiere, para operar en el ministerio que Él quiere. El llamado ministerial es un asunto serio y como tal debe ser tomado en cuenta, dentro de las diversas teologías evangélicas. Ejercer un ministerio es lo que permite consolidar a una congregación para que tenga el crecimiento espiritual, de la obra redentora de Cristo (Hebreos 4:14), además de prepararla para que con poder de lo alto (Hechos 1:8) gane al mundo, ejerciendo cada quien su propio ministerios.

Los otros llamamientos.

También se reconoce que además del llamamiento de Dios, la sociedad hace su propio llamamiento a quienes desean integrarse a su jerarquía organizacional, invitándolos para que desempeñen una actividad productiva, a través del ejercicio de un oficio o profesión. La sociedad crea sus propias estructuras y clases sociales, no exige cierto tipo o nivel de educación a quienes se le integran, pero si determina en que situación socioeconómica y política vivirá cada individuo, por lo que ha estudiado. Se reconoce que la sociedad marca el rumbo de cada individuo que se le integra, bajo las condiciones en que este decidió establecer su relación profesional con ella.

Si una persona cree o no en el llamamiento que la sociedad le hace a sus miembros, eso influirá para el bien o para el mal del individuo, pero no para el desarrollo de la sociedad. A ésta le tiene sin cuidado las opiniones que sus miembros tengan en forma individual, ya que es aquí donde se determinará el lugar que cada quien ha de ocupar en su estatus social. Las personas tendrán solamente que conformarse con el nivel que les asigne la sociedad, así como con las posibilidades que les brinde para hacer y tener o no. La sociedad no se desgasta en esta clase de preocupaciones, porque siempre necesitara mano de obra calificada, o no. Para todos siempre tendrá un lugar.

Si un grupo social quisiera cambiar el rumbo de la sociedad o transformar sus estructuras y normas, tendría que considerar el costo de ello. Primero para evaluar el costo de la organización en grupo, luego para iniciar una lucha contra quienes dirigen y resguardan los intereses del grupo dominante en la sociedad, mismo que estará dispuesto al cambio y como la historia nos lo demuestra, eso implicará un costo muy alto de sangre, sudor y lágrimas, por parte de quienes queden involucrados en ambos bandos. Por el contrario, los otros caminos que le quedan a los inconformes, es el de conformarse y tratar de obtener una ganancia a largo plazo o el de quedar al margen de la sociedad.

El tercer agente que hace un llamamiento, es la propia conciencia del individuo, que para explicarla aquí, se le llamara el “yo”. El yo es la aspiración que tiene el individuo en su interior, para obtener y disfrutar de todo lo que le rodea. En ello está implícito su principal deseo, que es la aceptación y estima de quienes constituyen su entorno, por lo que sus esfuerzos se canalizaran, para lograr esa meta. Cuando una persona quiere ser profesionista, porque se le ha dicho que en la sociedad es la única manera de llegar a ser alguien en la vida, obtener un título o nivel académico, entonces podrá ser reconocido y gratificado por ello.A través de su formación social, también se le enseño una filosofía muy propia de la humanidad: ¿“Cuánto tienes, cuánto vales”?, “Como te ven te tratan”. Así que sus aspiraciones son: tener un auto de lujo, una propiedad, un buen empleo y mucho dinero. “Los viajes ilustran”, si ha de ser alguien en la vida, es porque ha recorrido una parte del mundo. Quienes no han salido de su lugar de origen, son considerados mediocres. Por ello el orgullo de tener y conocer, es parte de lo que desea el yo interno de cada miembro de una sociedad. Si eso no se logra en la vida, se considerará fracaso, por lo que el suicidio y los vicios serán el único camino que ellos podrán tomar.

El éxito, la calidad y la eficiencia, son medidos por este parámetro social, el yo ha crecido bajo este estigma y por ello siente la necesidad de tener y ser reconocido para sentirse un triunfador; un individuo exitoso, con una excelente calidad de vida. Él cobra por lo que sabe y por lo que tiene, no por lo que hace. Lo que hace es parte de su responsabilidad de socializarse, pero en base a ello, los miembros de la sociedad, deberán de ponerlo en un lugar prominente porque ya se lo ha ganado. El yo cumplió con las exigencias de la sociedad, ahora sólo le queda exigir el tributo correspondiente que le deben los miembros de ella. Así es como el yo, llama al sujeto consciente para que sea. Hasta el evangelio de la prosperidad, se ha involucrado en esta clase de ideas y la está fomentando cada día, por medio de Enlace y sus profetitas.


Llamamiento y vocación.

Trilogía de la formación profesional, establece que el llamamiento, la vocación y la elección de un ministerio y una profesión, son parte de un proceso formativo en el ser humano. Define al llamamiento como la parte que demanda y a la vocación como el estado emocional con que se responde al llamamiento, mientras que a la elección se le reconoce como la decisión o manera de responder al llamado que se ha recibido. Los tres agentes que llaman a los seres humanos, ya se ha dicho, son Dios, la sociedad y el “yo”.

Se afirma que la vocación es el estado emocional y moral de un sujeto, lo cual depende de la relación que éste tenga con Dios y que con base en esto dará la respuesta al llamamiento Divino, social y personal. También se dice que la vocación es un proceso permanente y formativo, que sólo termina a la hora de la muerte, mientras que la elección es algo que se realiza, con o sin vocación. Se presume que la orientación dada en las aulas o instituciones educativas, son únicamente orientación profesiográfica, no vocacional como se cree, ya que la enseñanza escolar sólo aborda el aspecto de elección de carrera y no el asunto de formación moral y emocional del individuo.

Trilogía de la formación profesional, cree que la vida humana tiene dos tipos de propósitos, el de Dios y el del hombre mismo. Cree que el propósito de Dios es el de ser salvo y santificado para ejercer un ministerio. Cree que el objetivo humano es el de superar el nivel social que una familia tiene dentro del ámbito. Cree también que existen solo tres grandes decisiones en la vida humana que determinarán el éxito o fracaso de las personas. La primera, es la relación que una persona tiene con Dios; la segunda tiene que ver con la persona que se elige para casarse y la tercera, con la profesión que se elige.

Sostiene, que el estado vocacional de un sujeto permite que realice todas estas decisiones con errores o sin ellos. Se dice que sólo la capacidad de amar, dar y servir, garantizan la toma de decisiones que propician el éxito, la calidad de vida y la felicidad. Todo lo contrario les sucede a las personas que son incapaces de llevar a cabo estas tres cosas. Esta teoría acepta que la inteligencia humana tiene dos partes; la razón y la emoción. Acepta que las personas tienen problemas de aprendizaje cuando son incapaces de amar, y no precisamente por falta de capacidad intelectual. Se acepta que no existen hijos, alumnos, trabajadores o cristianos más inteligentes que otros, gracias a que fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios. Las personas que tienen la capacidad de amar, dar y servir, están abiertas al aprendizaje, con mayores posibilidades que las personas que viven en el desamor y el egoísmo.

Esa capacidad de amar, dar y servir (vocación), posibilita al sujeto para realizar toda tarea pensando en los demás antes que en sí mismo. En otras palabras, existen sólo dos tipos de personas, las que trabajan y las que no trabajan. Las que están dispuestas a servir y las que no tienen disposición a ello. Si la orientación que recibe una persona o estudiante, es vista como un asunto sólo de métodos, técnicas y contenidos de aprendizaje, es porque ahí se brinda únicamente orientación educativa y no vocacional.

Si la orientación es vista sólo como una información que permite la elección de cierta carrera profesional, es porque se está impartiendo orientación profesiográfica y no orientación vocacional. La orientación vocacional, tiene que ver con la capacidad y disposición moral y espiritual, que una persona tiene en un momento dado para amar, dar y servir. Si la orientación que una persona recibe no se aboca a esto, entonces no se está hablando de orientación vocacional, si no de otra de las modalidades, que tienen que ver con la orientación educativa, profesiográfica, etc.

Existen algunas disciplinas que tienen que ser bien identificadas entre los docentes y estudiantes, pues la confusión de ellas no permite el avance de las ciencias sociales. Una disciplina que es constantemente confundida con orientación vocacional es la orientación profesiográfica. Esta última se dedica, como su raíz etimológica lo indica, a la descripción de profesiones que ofrece a los estudiantes, una panorámica de posibilidades con lo que se evaluará la oferta laboral para realizar una buena elección de carrera, mientras que orientación vocacional se dedica a la capacidad de amar, dar y servir en una relación con Dios, el cónyuge, la sociedad y el ejercicio profesional.

El Llamamiento hace referencia a las tres demandas que recibe una persona, para que accione en el mundo que vive. El llamado más importante es el que tiene que ver con Dios, porque éste determinará nuestro destino eterno. En medio de tanta confusión y desorden social, hoy más que nunca debemos reconocer la voz del que nos está llamando y este ensayo pretende enfocar ese asunto. Todos los seres humanos debemos de analizar el riesgo que corremos al desoír la voz del yo (1), el de la sociedad y principalmente el llamado de Dios. ¡No corras riesgos! Mejor es que escuches el llamado antes que termines pobre, marginado y condenado por la eternidad, los dos primeros riesgos se pueden superar, pero el ultimo no.

El término yo, no es utilizado en este ensayo bajo el concepto que se maneja en psicoanálisis, sino en contexto Bíblico Paulina.

Capítulo I. Proyecto de Dios.

Desde que nacemos hasta que morimos, Dios se encarga de invertir en nosotros, recursos materiales, humanos y espirituales porque somos un proyecto de Él para Él. Todos pueden hacer una evaluación de todo lo que Dios ha hecho por cada uno. En un joven de hoy, Dios está invirtiendo bendición tras bendición a manera de cuidados, capacidades, vida, oportunidades de estudios, etc. Parece cosa de risa lo que a continuación se expresa: ¿cuántas aves tuvieron que morir para que fuéramos sustentados?, ¿Cuántos litros de agua proveyó Dios para que viviéramos hasta hoy?, ¿Cuántos kilos de frutas y verduras se han producido para la alimentación únicamente de una persona? Dios ha invertido mucho alimento, aire, agua, salud, educación y tantas otras cosas más, para que llegáramos hasta donde hoy estamos.

Dios ha movido el esfuerzo de médicos, padres, amigos, profesores, pastores y miembros de la sociedad y nuestras congregaciones, para que gocemos de nuestra actual situación moral y espiritual. Sólo resta un par de preguntas… ¿estamos desquitando la inversión que Dios hizo en nosotros?, ¿El Señor ha invertido en vano para que estemos viviendo sobre esta tierra? Como proyecto de Dios, hemos recibido una fuerte inyección de recursos Divinos, para que actualmente demos un resultado mejor que el que posiblemente estamos dando hoy. Tal es el caso que encontramos en la siguiente historia.

Doña Hortensia fue una mujer que nació en cuna humilde, dentro de una comunidad marginada del centro de la República Mexicana. Era el año de 1930, las condiciones de este país para el éxito y prosperidad de una mujer eran tan escasas, como las posibilidades de una mujer que habita en el África. Su hogar de tipo tradicional, tenía al frente al clásico jefe de familia mexicana. Un hombre dominante, con ideas muy radicales, que pensaba que la mujer había nacido solamente para casarse, tener niños, atender al marido y a su casa. En tales condiciones, Hortensia sólo podía esperar eso, para codepender de su marido, como lo hacía su mamá, que en forma sumisa dependía de su padre. De tal forma que Hortensia sólo podía esperar en lo que la suerte le diera. Pero Dios tenía otros planes para ella.

Aprendió el español a pesar de que en su comunidad se hablaba el náhuatl, y como existían pocas posibilidades de progreso en su pueblo para una mujer, siendo aún adolescente, tuvo que empezar a trabajar y para ello tuvo que salir de su comunidad, librándose así de la recia disciplina que existía en su casa. Trabajo en la Ciudad de México al servicio de una casa. Fue durante ese tiempo que conoció a Javier con quien más adelante formaría una familia. Siendo casi una adolescente, se casó con quien compartiría con ella la misma suerte con Javier, militar que por su trabajo, tuvo la oportunidad de viajar por algunas regiones del país. ¿Qué futuro le esperaba?, el mismo que les espera a muchas mujeres mexicanas de su tiempo, llenarse de hijos, trabajar en casa, esperar a los nietos y morir en la vejez, sin más mérito que de haber vivido sobre la tierra, únicamente para servir a su marido y a sus hijos.

La oportunidad se presentó para Hortensia. Estaba a punto de sufrir un cambio en su vida, Dios la estaba llamando, para que como proyecto de vida exitosa, ella y su familia disfrutaran de la victoria que el Señor les tenía preparada. Al mundo no le interesaba el futuro de esta familia, a Dios sí, por ello envió gente a que les predicara el evangelio, con el cual, Dios haría maravillas en vida de Javier, Hortensia y su descendencia. ¿Lo entenderían ellos así? El problema es que muchas iglesias y líderes no predican acerca del verdadero sentido que tiene el llamado de Dios y tampoco ven la importancia que tiene esté para el alma del que se convierte al Señor.

Dios no llama por llamar, llama con un propósito específico, es hora de que lo comprendamos como pueblo de Él. Si el hombre sufre de problemas existenciales, del vacío agudo del alma, es porque no ha entendido lo ancho, largo y profundo del llamamiento Divino. Cuando este llamado es asimilado en su totalidad, por la experiencia de la redención humana, se desarrolla en el interior del creyente la capacidad de amar, dar y servir, por la infinita misericordia de Dios y con ella somos enviados a poner en práctica el estilo de vida que hubo en Cristo Jesús, quien le da sentido a la existencia y al paso por esta tierra. Hortensia y Javier quedaron al margen de esta verdad, porque no se les explicó esto.


Proyecto de Dios.

Pero Dios tiene sus propios planes para bendecir a toda la gente y son mejores que los que tiene el hombre para sí mismo, así es que un día se presentó la oportunidad para que Hortensia y Javier disfrutaran de las bendiciones que El Señor les tenía preparadas como maravilloso proyecto de Él. Cuando sus hijos eran aún pequeños, comenzaron a escuchar el evangelio. A los 30 años de edad, Hortensia aceptó la fe cristiana. Ahora el panorama de vida que tenían al frente era excelente… pero, ¿sabrían reconocerlo? ¿O dejarían pasar la oportunidad de sus vidas? El llamamiento de Dios se manifiesta a los hombres a través del evangelio que llega un día, con el propósito de traer la oportunidad de recibir bendición en todo lo que se emprenda, dándole sentido a la existencia y redireccionando el camino de muerte a vida.

Con el paso del tiempo, Hortensia se volvió una mujer apegada a la tradición religiosa, su marido le apoyo, sus hijos comenzaron a vivir bajo este concepto. Sin embargo, la rigidez de su padre y ahora la de su marido que era militar, comenzó a influir en el ánimo y educación de sus hijos. Ellos se criaron con un carácter agrio y una actitud cortante, como la de su padre. De esta manera toda la familia fue asimilando la creencia evangélica, con una vida espiritual agridulce, como si hubieran sido bautizados con limón y no con agua.

Fueron fieles diezmeros, lo cual dio por fruto de su fidelidad, que pudieran adquirir una pequeña propiedad y la oportunidad de darles a sus hijos una mejor educación, por encima de la que ellos tenían. Cómo lamentará el hombre su falta de disposición para obedecer completamente al llamado de Dios, porque nunca podrá disfrutar las bendiciones recibidas, perdiendo así su única oportunidad de éxito. Bendición que Hortensia y Javier tuvieron en sus manos y el día que se dieron cuenta de ello, era ya demasiado tarde para recuperarlo, porque murieron sin ser totalmente felices, ya que la amargura del corazón no se los permitió.
El día menos esperado, se presento para Hortensia la oportunidad de trabajar en una dependencia de gobierno, esto le permitió a sus hijos la oportunidad de trabajar como empleados públicos, asegurándose de este modo un sustento favorable para la prosperidad económica de todas las familias que dependerían de ellos. El panorama de vida se amplió para toda la familia, ¿pero tendrían la visión en cuanto al propósito de Dios para sus vidas? A pesar de los años que tenían en el evangelio, jamás entendieron que Dios los había llamado a ser felices y triunfadores, ellos solo se concretaron a disfrutar de los beneficios que ahora tenían.

La capacidad de amar, dar y servir, no iba de la mano con las expectativas que como cristianos tenían Hortensia, Javier y la familia. Ellos solo se conformaban con ser miembros de la Iglesia y cumplir litúrgicamente con ello. Dios les había dado la prosperidad para que mejoraran económicamente y se convirtieran en un proyecto de bendición para quienes les rodearon en la Iglesia, algo que ellos jamás tomaron en serio. El espacio social y espiritual que ellos se crearon fue muy reducido, solamente consistía en la familia, el trabajo y la actividad litúrgica. Es una lástima que muchos proyectos de Dios terminen reducidos a una vida de mediocridad egoísta, que sólo se conforma con la búsqueda del bien personal, algo a lo que Dios no nos llamó.

Cuando Dios le permite a un cristiano prosperar vertiginosamente, es porque espera que él, se encumbre como creyente, estudiante, trabajador o ciudadano, en los planos espirituales, sociales, económicos y científicos, no para que viva solamente en su propio beneficio y el de unos cuantos. El creyente es llamado a una encomienda universal y no parcial. Si se tiene a un Dios infinito, no se le puede encajonar en un templecito, porque se tiene una comisión y fe universal, que no se debe reducir a una vivencia parcial. Hortensia y su familia no entendieron esto y sólo se dedicaron a vivir para sí mismos. Mientras en el mundo vemos cómo se incrementa el desempleo, en la Iglesia de Jesucristo vemos que sucede todo lo contrario, ya que se incrementa el trabajo y las vacantes de mano de obra.

Llegó el momento de la separación, la muerte tocó a las puertas de este hogar, entrando al seno familiar, con el fallecimiento del jefe de casa. Con ello, la vida de Hortensia entró en crisis, porque nunca superó su codependencia. Nunca la pudo romper. El resultado de su duelo fue que se enfermó, y con ello vino un segundo golpe; la jubilaron.

Todos sus hijos ya estaban casados, así que se quedó sola en casa, acompañada por una hermana soltera, menor que ella. Por siete años desde el amanecer hasta el anochecer, vivó sentada en una silla, pensando en el marido que se fue, añorando el pasado y con una sola visión; morir. “No son muertos los que yacen bajo la losa de una tumba fría, muertos son los que tienen muerta el alma y viven aun todavía”. (1). Hortensia murió con su marido, en el año de 1987 y ella fue sepultada en el año 1997.

Cuando la gente nace es un proyecto de Dios. Por ello Él los llama, para que descubran las bendiciones que les tiene preparadas, pero es importante ser sensibles a su voz y a su evangelio, si el hombre se resiste, tendrá una vida a medias. Para descubrir el rumbo que lleva una persona, bueno es que se aplique cuando menos dos preguntas. ¿De qué tamaño es el mundo que tengo o que me he creado? y ¿De qué depende mi felicidad?

El hombre es un proyecto de Dios para que abunde en él, la felicidad, el éxito y la calidad de vida, pero eso será posible en la medida que la persona llamada, logre ampliar su panorama y visión del mundo, lo cual sólo puede lograr de manera positiva, cuando atiende al llamado de Dios. Hortensia y su familia tenían todo para vivir una vida victoriosa, hoy solamente se conforman con ser exitosos en la medida de los valores humanos. El adversario les ganó la batalla. Los hijos y nietos de Hortensia y Javier, actualmente están fuera de la congregación y el movimiento evangélico que Dios utilizó para llamarles. Nunca aprendieron a tener una convicción seria, sólo asimilaron un evangelio superficial, con el cual ahora están comprometidos en la congregación a la que asisten. Varios de los nietos de este matrimonio, no asisten a una congregación. Y los que lo hacen, no reciben una exhortación, para obedecer al llamamiento de Dios.


Proyecto de Dios.

Existe una vieja anécdota que nos cuenta la vida de un medico, que en una ocasión recibió un regalo de un paciente, quien de manera informal se dedicaba a la cacería. Se dice que este aficionado salió un día a cazar y encontró en el sector por donde andaba una piedra curiosa que recogió, para luego obsequiársela a su médico de cabecera, para que éste la usara de pisa papel, en el escritorio que tenía en su consultorio. Por años, este fue el uso que la dichosa piedra tuvo, hasta que un buen día el médico recibió la visita de un paciente muy especial, era cortador de diamantes y experto en piedras preciosas.

El hombre entro en el consultorio, y al ver la famosa piedra que el médico tenía con tanto orgullo, interrogó al facultativo por la ligereza con que tenía aquella piedra a la vista de todo el público, y le preguntó: ¿No tiene miedo de que alguien entre y lo mate para robarle esta piedra?, el médico sorprendido por la manera en que su paciente lo abordaba, pregunta la razón de tal preocupación y recibió por respuesta, “es que esta piedra es un diamante muy valioso, que aproximadamente tiene un valor de más de tres millones de dólares”. El médico no sabía de la fortuna que tenía en sus manos. Eso somos para Dios, el problema es que no hemos entendido el propósito que tiene para nuestras vidas y nos perdemos en nuestros propios proyectos, olvidándonos de lo que somos en realidad, ignorando el llamado de Dios.

Los nietos de Hortensia, actualmente siguen viviendo de la misma manera, no han entendido aún lo que Dios espera de ellos, creen solamente que asistir a la congregación es lo único que deben de hacer. Los planes que ellos tienen son el ser buenos ciudadanos, tener bendiciones, casarse, tener hijos, una profesión y esperar la venida del Señor. Es una lástima que los cristianos tengan mundos tan pequeños, en donde no entren más elementos, que los que ya fueron mencionados.

Muy buenos proyectos que Dios ha formado, están estancados, no salen de lo mismo. Los retos y propósitos que ellos tienen no son distintos a los que tiene la gente que vive sin Dios. No producen más que lo que produce un inconverso o hereje, no creen que Dios tenga para ellos un ministerio específico, en el cual tienen que involucrarse para salvar al mundo. No están conscientes que ellos y sus hijos son los únicos que han de ser llamados para ser evangelistas, maestros y pastores. No están conscientes de que la gente extraña al pueblo de Dios, nunca recibirá este llamado. Para ellos la vida casi tiene el mismo sentido y significado que tiene para los impíos, a diferencia de que unos esperan la venida del Señor y los otros no.

Gracias a ese modelo de vida, los cristianos no han tomado en serio el llamado de lo alto. Tampoco tiene importancia el propósito que Dios tiene para sus vidas y la vocación con que ejercerán una profesión o ministerio. Así podemos ver como se pierden muchos excelentes proyectos que Dios había preparado para la ganancia de almas y el servicio a la sociedad. Ante los ojos del mundo se escapan valiosísimas oportunidades de victoria. Cada joven cristiano que no reconoce el llamado de Dios, que no se ve como un proyecto del cielo y no cumple su profesión y ministerio con vocación, se convierte en una pérdida irreparable e irrepetible.

El aborto no debe de ser aceptado por el pueblo cristiano, porque se encuentra en esta misma posición, la de ser una pérdida irreparable e irrepetible de recurso humano que Dios había destinado para la bendición del mundo. En muchos de los casos, el adversario no necesita hacer caer en pecado al creyente, sólo le basta con neutralizarlo, para robarle el gozo, poder y victoria que Dios tenía preparado para él.

Cuando una persona nace, es un proyecto y promesa de Dios, pero el adversario se encarga de neutralizarlo, convirtiéndolo en una promesa secular, en un mundo materialista y pasivo. El llamamiento de Dios es universal, para salvación, santificación, proclamación, felicidad, victoria y ministerio, con el cual se ha de servir en esta vida, con consecuencias en la eternidad. La obra del creyente trasciende de esta vida a la eternidad, el espacio de un creyente es muy superior y extenso en comparación al del incrédulo. Hortensia y su familia no lo entendieron, ¿Lo podrá entender usted querido lector?


El llamamiento de Natanael.

Un día que el Señor Jesús andaba por Galilea, llamó a Felipe y le dijo: “sígueme”, indudablemente, Felipe ni siquiera tenía la más mínima idea de lo que eso significaría para su vida. Pero ni tardo ni perezoso, movido por la emoción que ese llamamiento le había provocado, fue e invitó a Natanael. Éste, después de escucharle, tuvo a bien reflexionar sobre dicho llamado. Creía firmemente que de Nazaret no podía salir nada bueno. Opinión muy respetable, pero definitivamente equivocada. Cuando llegó ante el Señor fue recibido por el Maestro, con palabras de bendición algo que provocó el asombro de Natanael.

El Señor le conocía y sabía de su entrar y su salir. Sin saberlo Natanael, Dios lo tenía contemplado como un proyecto de bendición y ministerio. Natanael solo miraba como posibilidad de vida lo que tenía ante sus ojos, Dios estaba viendo en él, las grandes cosas que podía hacer a través de su experiencia, capacidad, ministerio y vocación. El Señor le dijo: “Cosas mayores que estas, verás”. A partir de entonces, Natanael vio con sus ojos las maravillas y la obra gloriosa de Dios. El vio la sanidad del paralítico; ante su presencia los ojos del ciego fueron abiertos; pudo contemplar cómo el leproso fue limpiado; vio la grandeza del Amor Divino y luego participó de ello. Así también le sucede al joven que hoy escucha el llamado de Dios.

Dios está llamando a los creyentes con esta misma promesa. “Cosas mayores que éstas, verás”. Pero no sólo es necesario creer en Él, hay que creerle a Él. Dios no espera tenernos como seguidores, para tener cultitos, en unos templecitos, donde cantemos cantitos y hacemos oracioncitas encerraditos en cuatro paredes pequeñas. Dios nos ha llamado a ver grandes cosas, porque somos para Él un proyecto de amor, poder y victoria, no de creyentitos en cultitos sin más mérito que calentar la banquita, en que acostumbramos a sentarnos. Dios hizo en usted una gran inversión querido lector, para que se derramen grandes bendiciones a través de su vida, para beneficio de su familia, su congregación y su sociedad. Atrévase a poner esto en práctica, ese es el reto de su vida hoy, Dios nos está llamando y tenemos que oírle.


(1) Posiblemente poema de autor peruano.

Capítulo II. Boleto sin Regreso.

Los seres humanos debemos entender que hay cosas en la vida que por más que nos arrepintamos después de haberlas cometido y nos esforcemos para corregirlas, tendrán consecuencias que en muchos de los casos, serán difíciles y hasta imposibles de restituir. Por ello debemos de pensar dos veces las cosas antes de actuar o tomar una decisión sin la dirección de Dios. Tres decisiones determinan e influyen sobre el presente y futuro humano. La relación que uno tenga con Dios, la elección de un cónyuge y la profesión que abrazará una persona. La orientación vocacional pretende canalizar sus esfuerzos en esto, para que la gente tenga la oportunidad de tomar tres buenas decisiones.

Todo aquel que viene a este mundo, es una promesa fiel de éxito, felicidad y victoria, es un proyecto de Dios, no sólo para esta vida, también lo es para la eternidad en la morada con Dios. ¿Qué es entonces lo que determina que esto se cumpla en la vida de una persona? La respuesta es sencilla. ¿Que clase de relación ha establecido ella con El Verdadero Dios? La respuesta es muy importante, ya que de ello dependerá la forma en que una persona piense, sienta y actué en relación con todos sus semejantes y con Dios. De la relación con Dios también depende la visión, razón y sentido que adquiera sobre su existencia.

Los seres humanos estamos diseñados para disfrutar de las bondades que tiene la naturaleza. El hombre no fue creado para el fracaso, el pecado o el infierno. El hombre es un proyecto de Dios, sobre el cual se ha de derramar el torrente de fe, amor, esperanza y bendición, que beneficiará a su familia, trabajo y sociedad. Los hombres que alcanzan la salvación, deben de estar conscientes de esa esperanza que proviene de Dios. También debe estar consciente que existe un ladrón que intentará robar las promesas que nos han sido preparadas. Siempre que estemos en buena relación con Dios percibiremos esta realidad, si interrumpimos nuestra relación con Dios, perderemos la visión.


La vida en la tierra.

La vida en esta tierra tiene un parecido social con tres lugares por los que comúnmente pasamos: una central de autobuses, una estación de ferrocarril y un aeropuerto. Al entrar a uno de estos lugares, notamos de inmediato la presencia de una diversidad de personas, de todas las clases sociales y con diferentes gustos y religiones. También descubrimos que en estos lugares existen tiendas de regalos, en los cuales se expenden productos muy bonitos que podemos adquirir de paso a donde nos dirigimos. Hay bancos donde podemos hacer transacciones importantes y depositar o retirar dinero.

También vemos que existe siempre un buen restaurant, con alimentos que pueden mitigar el buen gusto del paladar. Existen boticas o farmacias y cuentan con toda clase de servicios. Sus salas de espera tienen butacas o sillones confortables, con aire acondicionado y bellos pasillos de espera, ahí podemos comprar revistas. También hay televisiones que permiten la recreación de los viajeros mientras están en espera de su salida. Muchas personas transitan por ahí, con el propósito de realizar negocios, otros con el de tener un encuentro con sus seres queridos; unos sueñan con grandes proezas; otros pasan indiferentes ante los demás. Los rostros de las personas demuestran un sinnúmero de actitudes y creencias.

Pero estos lugares tienen un detalle, no son espacios de recreo, ni lugares para habitación permanente. Son lugares de paso, nadie llega a ellos con la pretensión de residir ahí por tiempo indefinido. La vida sobre esta tierra tiene las mismas características que tienen estos lugares, si tan solo pudiéramos entender la semejanza, alcanzaríamos a comprender el propósito de Dios para nuestra vida, sobre esta tierra.

Comúnmente la gente vive aquí como si la existencia fuera eterna, se olvidan que solo es un alto en una estación de paso. Nadie radica en una central de autobús, en una estación de tren o en un aeropuerto. Todos los que están ahí sólo van de paso a menos que trabajen ahí. Nuestro paso por la tierra, es momentáneo, nadie se quedará aquí eternamente. Cada decisión que hagamos a partir de hoy, debe estar bajo esta óptica, para que podamos entender la visión de Dios y atender el llamado que nos esta haciendo. Él nos llama para ser más que simples miembros de una congregación. Lo que Él espera de nosotros, trasciende a la vida eterna.


Comprando el boleto.

En cierta región del norte de México existió un joven, hoy adulto, que lleva por nombre Martín. Era el tercer hijo en la línea familiar, con aproximadamente ocho hermanos. Sus dos hermanas mayores se casaron muy jovencitas, como es la costumbre en ciertos pueblos norteños de México. Su familia gustaba de mantener la unidad, pero no a través de costumbres meramente religiosas o sociales, sino a través de la alegría que produce para muchos el alcohol.

Las hermanas y cuñados de Martín llegaban cada fin de semana al hogar paterno y de inmediato comenzaban a ingerir bebidas embriagantes junto con los padres de familia. Algo que a Martín, de escasos 17 años le molestaba. No podía comprender ese estilo de vida, sin sentido y sin deseos de progresar, ni esa manera descuidada de pasar el tiempo, mientras sus sobrinos y hermanos jugaban entre los peligros que implica el cuidado de gente alcoholizada.

Cuando los adultos se entregaban al consumo del alcohol y su hermano menor aprovechaba la oportunidad para dedicarse a la drogadicción, quedando los niños ante un ejemplo familiar nada halagador y constructivo. Martín no podía creer que existiera tanta irresponsabilidad entre los adultos y cavilando en sus pensamientos, a veces salía a caminar por las calles del barrio, mientras aquella triste escena, se desarrollaba en el seno de su hogar.

Un día mientras recorría la colonia cerca de su casa, se encontró con una jovencita que le agrado, quien pasaba frente a él con rumbo a una tienda. Con cierta timidez se acercó a la joven y atraído por ella, se inició la conversación. Ella sintió lo mismo que Martín cuando lo vio, por lo que no hubo mucha resistencia de su parte. Martín le pregunto el nombre y ella le dijo: “Me llamo Rosa”. Así comenzó una amistad que día a día fue madurando hasta convertirse en un noviazgo. En ese momento no sabía el joven que estaba muy próximo a encontrar la respuesta de sus inquietudes.

Martín no tardó mucho en descubrir que ambos tenían diferente religión. Él, la tradicional que tienen los mexicanos, mientras que ella comenzaba a vivir bajo el pensamiento evangélico. Esa diferencia no se interpuso en la amistad de estos adolescentes, quienes conocían poco de las diferencias religiosas que existían entre ambas maneras de pensar. En estas circunstancias, Rosa no batallo mucho en invitar a Martín a las actividades de su iglesia. Ni él batalló para aceptar la invitación de acompañar a Rosa a la congregación. De esta manera y sin que la pareja planeara un cambio religioso en la vida de Martín, éste comenzó a ser conocido por toda la congregación a la que Rosa asistía, en compañía de su familia.

En la congregación había mucha armonía. El pastor llevaba buena relación con la familia de Rosa, lo cual facilito que de igual manera se entablara la misma relación con el invitado de ella. De inmediato la congregación inició una campaña de convencimiento hacia Martín, con el propósito de iniciar la visita a su casa con fines evangelísticos. Martín aceptó y a los pocos días se inició el trabajo entre su familia. Los padres de Martín recibieron la visita del pastor de manera respetuosa pero fría, y hasta en cierta medida indiferente, lo cual no hizo que la iglesia cambiara sus planes. El papá de Rosa aun no había aceptado el evangelio, detalle que repercutió en la formalidad del noviazgo que tuvo la pareja.

Los padres de Martín no influyeron en el ánimo de su hijo para que desistiera de la relación con una joven de otra religión, ni se interponían en que Martín participara abiertamente en las creencias de la novia. Pasado un par de años, la señorita fue solicitada en matrimonio, bajo el protocolo cultural de los mexicanos del norte. Los padres de Martín fueron al hogar de Rosa y solicitaron formalmente a la hija de don Pedro, para que contrajese matrimonio con su hijo. La boda se planeó para los meses siguientes, pero se trató de ocultar a los ojos de la congregación, porque la boda se efectuaría no en la religión de los padres de Martín, bajo esa condición se había pactado el compromiso.

Los padres de Rosa no pusieron ninguna objeción, ya que don Pedro era inconverso, aun cuando simpatizaba con el cristianismo. Realizado el compromiso y superados los posibles inconvenientes, llegó el día del enlace matrimonial, Rosa y Martín dejaron de asistir a la congregación unos días antes, para evitar comentarios que posiblemente les hicieran desistir del casamiento por la religión tradicional.

La congregación guardó un silencio expectante, hasta que días después del enlace matrimonial, la pareja regresó nuevamente a la congregación. No se volvió a mencionar nada sobre el asunto. Parecía que todos estaban desconcertados o indiferentes a lo que había sucedido. Martín y Rosa no comprendían aún lo que significaba la decisión que habían tomado para casarse, así como para el testimonio público y la relación de ellos para con Dios. Dios los había llamado a una comisión específica y no estaban cumpliendo con ello. Ellos eran un proyecto de Dios, que el adversario tenia neutralizado.

Eran jóvenes inmaduros que no tomaban aun en serio el llamado que Dios hace a la vida del creyente. Pensaban que lo primero era tener en cuenta la voluntad de los padres. Ignoraban que la palabra de Dios se refiere a este tipo de situaciones, de la siguiente manera: “Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre y a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra; El que ama a padre o a madre más que a mí, no es digno de mí… el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. (Mateo 10:35-39). En situaciones como esta nos damos cuenta de la clase de convicción que tienen los creyentes.

Rosa y Martín no alcanzaron a medir las consecuencias de su acción sobre la obra evangelística que la Iglesia había hecho en la familia de él novio. Por esta ocasión la voz de Dios salió sobrando sin aparente consecuencias. La joven pareja estaba comprando un boleto de ida pero sin regreso, lo cual determinaría el aprecio que las familias de ambos tendrían por el evangelio, principalmente los padres de Martín. Qué importante es que en momentos así, podamos tener claridad sobre el llamado que Dios nos ha hecho. Pero es aquí en donde repercute la relación de una pareja con Dios.

Las cosa volvieron a la normalidad, la pareja se integro a la congregación y con los meses volvieron a insistir en la evangelización de la familia de Martín. Esto cobró fuerza el día que el padre de Rosa dio la sorpresa de haberse convertido totalmente a Cristo. Era un domingo por la tarde, en pleno culto de evangelismo, cuando don Pedro se puso de pie ante la miraba sorprendida de toda su familia y testificó que Cristo era su Salvador. Todos empezaron a manifestar su gozo por medio de la alabanza y palabras de bendición, gracias a que en esa tarde se había ganado una gran batalla, ahora solo faltaba que lo mismo sucediera en la familia de Martín.

Pasaron unos meses y repentinamente se recibió una noticia que sonó terrible en la familia de Martín. Al papá de Martín, le habían detectado cáncer pulmonar con carácter de terminal. El joven creyente apresuro las visitas pastorales al hogar de sus padres, ellos fueron confrontados a los propósitos de Dios para sus vidas y al llamado que el Señor les estaba haciendo para ser redimidos, pero nuevamente la actitud de ellos fue fría, con todo y la prueba por la que estaban pasando. El papá de Martín fue internado en el hospital con carácter de urgencia, a causa de su mal.

Martín muy preocupado lo visitó, acompañado siempre del pastor. Un día al entrar ambos al cuarto del paciente, descubrieron una escena poco común. El papá de Martín estaba conectado al oxígeno y al suero, así como a otros aparatos médicos, con los cuales estaba siendo atendido. Pero con todo ello y lo avanzado de su cáncer, la madre de Martín en forma velada, le estaba dando al enfermo, un cigarro para que lo fumara, el cual apagaron de inmediato al percatarse de la presencia del pastor y el hijo.

Con frialdad muchas personas escuchan el plan de Dios para sus vidas, así como la voz del Creador que les está llamando para ser redimidos. La oportunidad se dejó pasar nuevamente por parte de la familia de Martín. Días después el enfermo murió, la Iglesia se hizo cargo de los servicios funerarios. Martín ejerció su carácter para que así fuera, él estaba entrando en una mayor comprensión del llamado de Dios y su relación con Él, mientras que su familia se alejaba cada vez más.

Llegado el momento de poner en la tumba el ataúd. El pastor dirigió unas palabras al público y después de agradecer el apoyo moral que la gente le había brindado a la familia, se hizo a un lado, para dar paso a la gente que quería depositar las flores sobre la tumba. Martín estaba de pie, frente a la tumba de su padre, serio y profundamente ensimismado en sus pensamientos. El pastor se acercó para darle palabras de aliento y cuando lo hacía, recibió unas palabras del joven, algo que hablaba de su convicción en forma cruda: “Pastor, sabe una cosa, mi padre en este momento se está dando cuenta que sí hay infierno”. El pastor no pudo añadir nada más y se alejó, dejando a Martín solo con sus reflexiones. El papá de Martín había comprado un boleto sin regreso, lo peor es que había sido al lugar equivocado, la condenación eterna.

Lo que pudo ser un proyecto victorioso se convirtió en un fracaso total, algo para lo cual esa vida no fue concedida por Dios. La promesa se esfumó, como se esfuma la esperanza y oportunidad de ser una bendición para quienes rodean al hombre. Dios no le da la vida al hombre, para que viva egoístamente, buscando su propia satisfacción personal. Dios crea al hombre para que experimente su promesa Divina y disfrute la gracia de amar, dar y servir.


Proyecto de vida.

Todos hacemos planes y tratamos de construir nuestras vidas en función de ellos. Pero a veces esos planes no corresponden a la realidad por ser sueños inalcanzables, más que proyectos de vida. Muchos quisieran ser médicos, pero cuando estiman el costo desisten de ello, porque un médico debe estudiar 18 años para lograr la meta que se ha propuesto, para cumplir con el único objetivo que le impone su profesión, “prolongarle la vida a un paciente, cuando menos por unos minutos más”. Con ello se siente satisfecho del esfuerzo académico que hizo un día y se dice: “bien valió la pena estudiar 18 años”, porque he podido cumplir con esta comisión.

Un docente de igual manera estudia 18 años, desde su niñez hasta su juventud y ¿para qué? únicamente para educar a una generación que será productiva en la sociedad por sólo 30 años. Pero muchos han estudiado con ahínco esta carrera y se han dedicado a ella, tratando de dar su mejor esfuerzo y cuando sus pupilos se gradúan, se dicen a sí mismos, satisfechos: “bien valió la pena haber estudiado y batallado con esta generación”. Ún ingeniero estudia 18 años, desde la primaria hasta la universidad, para construir obras que habrán de durar entre 50 y 100 años, o un poquito más y cuando ve su obra concluida se dice a sí mismo: “valió la pena haber llegado hasta aquí”. Orgulloso llega a su casa y le cuenta a su familia las satisfacciones logradas por su obra de ingeniería.

Sin embargo un creyente evangélico no tiene ni la mayor idea de la trascendencia que implica su llamamiento. Estima el costo de muchas cosas y las estima muy por debajo del valor que realmente tienen. Su ministerio o trabajo en la congregación seria uno de esos casos. Evalúa su trabajo eclesiástico y se pregunta ¿valdrá la pena hacer esto para tan poca gente o con tan poca aparente consecuencia? Se olvida que el éxito y felicidad de un creyente estriba en obedecer a Dios y no en mover a grandes multitudes. El éxito consiste en estar en el lugar en que Dios nos puso, no en tener el lugar que nosotros hayamos logrado, o por estar en un lugar de privilegio.

Cuando los creyentes tienen pensamientos de grandeza humana, sin darse cuenta, están menospreciando el ministerio o trabajo que tienen entre la congregación. Se sienten frustrados, aun cuando otros estén dispuestos a darles su apoyo. Y quizás piensan en desistir, de hecho algunos lo harán, pero bueno les fuera considerar que si un alma se convierte a través de ese trabajo, tan preciada fortuna no puede ser menospreciada.

El Señor Jesús estima a esta alma, con un valor absoluto, a tal grado que ni con todo el oro del mundo se puede comprar. De manera que si un creyente por medio de su labor, participa de esa salvación, el valor de su existencia se eleva por las nubes, y también el sentido de su paso por la tierra, gracias a que hizo el negocio de su vida. Realmente valió la pena haber nacido en esta tierra y haber vivido en el evangelio, trabajando entre la grey. Por ello, cada cosa que hacemos en la viña del Señor, debe ser valorada en este sentido y no de manera humana.

Los profesionistas antes mencionados, estarían dispuesto a volver a estudiar, para recibir las satisfacciones que les ha brindado su trabajo, aunque el período de sus obras esté estimado en un valor de duración de 5 minutos, 30, 50, 100 años o más. Mucho más importante es la obra a la que Dios nos esta llamando como creyentes, porque su trabajo no será para 5, 10, 30 ó 100 años. La obra a la que somos llamados es para vida eterna, por lo que debemos ser más cuidadosos de la relación y trabajo de amor que hacemos por Dios y nuestro prójimo, así como con las decisiones que habremos de tomar al respecto. Estamos trabajando para vida eterna, este ensayo se escribió con este propósito, de lo contrario tendría poca importancia haberlo escrito, si no fuera para ese fin.