Sueño de Amor.

Carlos fue un niño talentoso, lleno de ilusiones y que se creía digno de merecer todo lo bueno que ofrece la vida. En su mente forjaba día a día la imagen de una mujer perfecta, hasta que se volvió exigente con todas las mujeres que se le acercaban y al entrar a la juventud sus sueños y esfuerzos se concentraron en encontrar divinidad y no a una mujer. Hasta que un día terminó envuelto en el cielo de la ilusión.

Carlos flotaba en el aire, caminando sobre las nubes, gozando de la posible aparición del ángel que su mente había forjado. Un buen día su sueño se hizo realidad, porque apareció ante sus ojos una linda princesa, de ojos muy vivos, de labios carmesí, blanca como la nieve, dulce como la miel y linda como una flor. Su carácter era dócil, de buena figura, como el de una diosa y culta como pocas. Al mirarla por primera vez, Carlos quedó prendado, se le acercó y ella le extendió su mano y juntos comenzaron a recorrer una buena parte de aquel gran paraíso, de la constelación divina con la que Carlos había soñado.

Entre nubes y estrellas, Carlos y ella jugueteaban a toda hora, así como él lo había soñado. Carlos se forjó muchas ilusiones para formar una vida con aquella celestial revelación, y aprovechaba toda clase de alegrías que eso le brindaba. Pero como todo ser humano, Carlos a veces tenía sus malos ratos y muy feo carácter, el cual desataba fuertes vientos de ira, explotando hasta crear una atmósfera insoportable. Aquel ángel sabía sobrellevar esos momentos y con su dulce alegría hacía que aquello se borrara en un instante.

Pero todo lo que tiene un principio tiene un final, y cada uno de los momentos amargos tiene un límite que no se puede rebasar. Cuatro años después, en una de esas terribles crisis en las que Carlos caía, aquel lindo ángel desapareció; no era la primera vez que lo hacía en momentos como esos, pero esta vez se marcó una gran diferencia, porque ella no volvió a presentarse en la vida de Carlos, como en las ocasiones anteriores.
Carlos siguió en compás de espera creyendo que aquel ángel volvería, mientras se hundía entre sueños, nubes y viajes astrales, de los que se negaba a volver pata ubicarse en la realidad, por lo que jamás volvió a fijarse en otra mujer, quedándose sin casar por cerca de cinco años.

Un día un mortal amigo suyo, le dijo: -“Ya bájate de esa nube”, Carlos se detuvo a mirarlo, y le dijo: -No puedo porque estoy esperando a un ángel que de seguro ha de volver”. El recién llegado le preguntó -¿Para que esperas a ese ángel?- “Para casarme con él”, -respondió el ingenuo soñador-. Aquel mortal sólo dio una dura respuesta con sus palabras, lo que provocó que Carlos despertara: -¿Qué no sabes que los ángeles no se casan?

Se dice que a un sonámbulo no hay que despertarlo bruscamente y también se piensa lo mismo, si alguien trata de hacer que alguien vuelva de la mentira a la verdad, pues se corre el riesgo que esa brusquedad lleve al suicidio a quien despierta. A Carlos eso le pasó bajando vertiginosamente de las alturas donde se encontraba y estrellándose en la realidad, quedó boca arriba y con la mirada muy fija en el cielo. Lo ultimo que pudo ver fue una brillante luz, de la que emergió un ángel que al tomarle de la mano para levantarlo, le dijo: “Vamos Carlos, te están esperando allá arriba, ha llegado tu hora de rendir cuentas por lo que viviste”.

En el porche de su casa, una dulce y linda mujer dormía a su pequeñito en brazos y a veces miraba al cielo, recordando aquel amor que se vio destruido por el mal carácter, de quien pensaba tener derecho sólo a recibir amor, pero no a darlo. Las personas cuando están enamoradas, están dispuestas a cambiar, pero cuando lo que se siente es sólo deseo no están dispuestas a ello. Esta es la historia de un amor que pudo haber sido y tristemente no se realizó.

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