Introducción.

La iglesia cristiana tiene vacíos en lo que se refiere al ministerio y al liderazgo porque en la predicación se ha olvidado al llamamiento Divino y en una actitud inconsciente, quizás no maquinada, se ha proyectado la idea de que sólo son llamados al ministerio y el liderazgo, aquellos creyentes místicos que iluminados por una luz especial, están dispuestos al sacrificio y al arrojo. El llamamiento Divino es para todos los seres humanos que quieren ser redimidos, para luego ser santificados y por último o como resultado de las dos primeras fases del llamado, se involucren en el servicio (liderazgo y ministerio cristiano) a Dios, por medio del servicio al prójimo.

Si la Iglesia está pasiva ante la carencia de pastores y la ausencia de ministerios específicos que se deben ejercer en el seno de la grey hacia un mundo necesitado, es porque no se está predicando debidamente, sobre el llamado de Dios y siendo ignorado de manera inconsciente (sin intención maquinada), la Iglesia ve pasivamente como faltan obreros en la mies, sin que ella se sienta comprometida, muchos menos involucrada y sólo se concreta a oír y ver. Esta necesidad se manifestó en el antiguo testamento, como en los tiempos del nuevo, con los mismos resultados. Los hombres han sido llamados por Dios en todo tiempo, Abraham fue llamado lo mismo que Isaac y Jacob. Llamó Dios a Moisés, a David, a Jonás, a Amós, a Isaías y a Jeremías, batallo con ellos y los condujo por la senda de la obediencia, para que no perdieran la visión del llamado.

Llamó el Señor a sus discípulos y junto con ellos a Pablo, Bernabé, Silas, Aquila y Priscila. Con el tiempo siguió llamando a todos los creyentes y mientras el mundo veía que el trabajo menguaba, la Iglesia veía como aumentaba el de ella y las manos escaseaban. Para tristeza de todo creyente la Iglesia es la única que sufre por la falta de empleados, cosa contraria sucede en el mundo. Esta necesidad se manifiesta en el antiguo testamento como en el nuevo y es motivo de preocupación Divina y forma parte de la proclamación del evangelio. En tiempo antiguo podemos escuchar la voz de Dios llamando: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? (Isaías 6:8). El Señor Jesús renueva la insistencia del llamado que hizo el Padre en el antiguo testamento y exclama: “Rogad al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. (Mateo 9:38).

Se reconoce que el llamamiento a la salvación opera bajo el libre albedrío de cada persona, pero que cuando la persona acepta la redención de Cristo, ya no esta en libertad de aceptar o rechazar los otros dos llamamientos. La salvación es condicional pero la santidad y los ministerios no. Los creyentes son llamados para ser santificados lo crean o no (1ª de Pedro 1:13-16) (Hebreos 12:14) y también en esta misma condición, es el llamado a ejercer un ministerio que va de la congregación hacia la sociedad.

De acuerdo a las sagradas escrituras (Romanos 11:29) el llamamiento a ejercer un ministerio depende de la obra santificadora de Dios, quien por medio de su Espíritu, da a cada creyente los Dones (1ª de Corintios 12:4-10) que Él quiere, para operar en el ministerio que Él quiere. El llamado ministerial es un asunto serio y como tal debe ser tomado en cuenta, dentro de las diversas teologías evangélicas. Ejercer un ministerio es lo que permite consolidar a una congregación para que tenga el crecimiento espiritual, de la obra redentora de Cristo (Hebreos 4:14), además de prepararla para que con poder de lo alto (Hechos 1:8) gane al mundo, ejerciendo cada quien su propio ministerios.

Los otros llamamientos.

También se reconoce que además del llamamiento de Dios, la sociedad hace su propio llamamiento a quienes desean integrarse a su jerarquía organizacional, invitándolos para que desempeñen una actividad productiva, a través del ejercicio de un oficio o profesión. La sociedad crea sus propias estructuras y clases sociales, no exige cierto tipo o nivel de educación a quienes se le integran, pero si determina en que situación socioeconómica y política vivirá cada individuo, por lo que ha estudiado. Se reconoce que la sociedad marca el rumbo de cada individuo que se le integra, bajo las condiciones en que este decidió establecer su relación profesional con ella.

Si una persona cree o no en el llamamiento que la sociedad le hace a sus miembros, eso influirá para el bien o para el mal del individuo, pero no para el desarrollo de la sociedad. A ésta le tiene sin cuidado las opiniones que sus miembros tengan en forma individual, ya que es aquí donde se determinará el lugar que cada quien ha de ocupar en su estatus social. Las personas tendrán solamente que conformarse con el nivel que les asigne la sociedad, así como con las posibilidades que les brinde para hacer y tener o no. La sociedad no se desgasta en esta clase de preocupaciones, porque siempre necesitara mano de obra calificada, o no. Para todos siempre tendrá un lugar.

Si un grupo social quisiera cambiar el rumbo de la sociedad o transformar sus estructuras y normas, tendría que considerar el costo de ello. Primero para evaluar el costo de la organización en grupo, luego para iniciar una lucha contra quienes dirigen y resguardan los intereses del grupo dominante en la sociedad, mismo que estará dispuesto al cambio y como la historia nos lo demuestra, eso implicará un costo muy alto de sangre, sudor y lágrimas, por parte de quienes queden involucrados en ambos bandos. Por el contrario, los otros caminos que le quedan a los inconformes, es el de conformarse y tratar de obtener una ganancia a largo plazo o el de quedar al margen de la sociedad.

El tercer agente que hace un llamamiento, es la propia conciencia del individuo, que para explicarla aquí, se le llamara el “yo”. El yo es la aspiración que tiene el individuo en su interior, para obtener y disfrutar de todo lo que le rodea. En ello está implícito su principal deseo, que es la aceptación y estima de quienes constituyen su entorno, por lo que sus esfuerzos se canalizaran, para lograr esa meta. Cuando una persona quiere ser profesionista, porque se le ha dicho que en la sociedad es la única manera de llegar a ser alguien en la vida, obtener un título o nivel académico, entonces podrá ser reconocido y gratificado por ello.A través de su formación social, también se le enseño una filosofía muy propia de la humanidad: ¿“Cuánto tienes, cuánto vales”?, “Como te ven te tratan”. Así que sus aspiraciones son: tener un auto de lujo, una propiedad, un buen empleo y mucho dinero. “Los viajes ilustran”, si ha de ser alguien en la vida, es porque ha recorrido una parte del mundo. Quienes no han salido de su lugar de origen, son considerados mediocres. Por ello el orgullo de tener y conocer, es parte de lo que desea el yo interno de cada miembro de una sociedad. Si eso no se logra en la vida, se considerará fracaso, por lo que el suicidio y los vicios serán el único camino que ellos podrán tomar.

El éxito, la calidad y la eficiencia, son medidos por este parámetro social, el yo ha crecido bajo este estigma y por ello siente la necesidad de tener y ser reconocido para sentirse un triunfador; un individuo exitoso, con una excelente calidad de vida. Él cobra por lo que sabe y por lo que tiene, no por lo que hace. Lo que hace es parte de su responsabilidad de socializarse, pero en base a ello, los miembros de la sociedad, deberán de ponerlo en un lugar prominente porque ya se lo ha ganado. El yo cumplió con las exigencias de la sociedad, ahora sólo le queda exigir el tributo correspondiente que le deben los miembros de ella. Así es como el yo, llama al sujeto consciente para que sea. Hasta el evangelio de la prosperidad, se ha involucrado en esta clase de ideas y la está fomentando cada día, por medio de Enlace y sus profetitas.


Llamamiento y vocación.

Trilogía de la formación profesional, establece que el llamamiento, la vocación y la elección de un ministerio y una profesión, son parte de un proceso formativo en el ser humano. Define al llamamiento como la parte que demanda y a la vocación como el estado emocional con que se responde al llamamiento, mientras que a la elección se le reconoce como la decisión o manera de responder al llamado que se ha recibido. Los tres agentes que llaman a los seres humanos, ya se ha dicho, son Dios, la sociedad y el “yo”.

Se afirma que la vocación es el estado emocional y moral de un sujeto, lo cual depende de la relación que éste tenga con Dios y que con base en esto dará la respuesta al llamamiento Divino, social y personal. También se dice que la vocación es un proceso permanente y formativo, que sólo termina a la hora de la muerte, mientras que la elección es algo que se realiza, con o sin vocación. Se presume que la orientación dada en las aulas o instituciones educativas, son únicamente orientación profesiográfica, no vocacional como se cree, ya que la enseñanza escolar sólo aborda el aspecto de elección de carrera y no el asunto de formación moral y emocional del individuo.

Trilogía de la formación profesional, cree que la vida humana tiene dos tipos de propósitos, el de Dios y el del hombre mismo. Cree que el propósito de Dios es el de ser salvo y santificado para ejercer un ministerio. Cree que el objetivo humano es el de superar el nivel social que una familia tiene dentro del ámbito. Cree también que existen solo tres grandes decisiones en la vida humana que determinarán el éxito o fracaso de las personas. La primera, es la relación que una persona tiene con Dios; la segunda tiene que ver con la persona que se elige para casarse y la tercera, con la profesión que se elige.

Sostiene, que el estado vocacional de un sujeto permite que realice todas estas decisiones con errores o sin ellos. Se dice que sólo la capacidad de amar, dar y servir, garantizan la toma de decisiones que propician el éxito, la calidad de vida y la felicidad. Todo lo contrario les sucede a las personas que son incapaces de llevar a cabo estas tres cosas. Esta teoría acepta que la inteligencia humana tiene dos partes; la razón y la emoción. Acepta que las personas tienen problemas de aprendizaje cuando son incapaces de amar, y no precisamente por falta de capacidad intelectual. Se acepta que no existen hijos, alumnos, trabajadores o cristianos más inteligentes que otros, gracias a que fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios. Las personas que tienen la capacidad de amar, dar y servir, están abiertas al aprendizaje, con mayores posibilidades que las personas que viven en el desamor y el egoísmo.

Esa capacidad de amar, dar y servir (vocación), posibilita al sujeto para realizar toda tarea pensando en los demás antes que en sí mismo. En otras palabras, existen sólo dos tipos de personas, las que trabajan y las que no trabajan. Las que están dispuestas a servir y las que no tienen disposición a ello. Si la orientación que recibe una persona o estudiante, es vista como un asunto sólo de métodos, técnicas y contenidos de aprendizaje, es porque ahí se brinda únicamente orientación educativa y no vocacional.

Si la orientación es vista sólo como una información que permite la elección de cierta carrera profesional, es porque se está impartiendo orientación profesiográfica y no orientación vocacional. La orientación vocacional, tiene que ver con la capacidad y disposición moral y espiritual, que una persona tiene en un momento dado para amar, dar y servir. Si la orientación que una persona recibe no se aboca a esto, entonces no se está hablando de orientación vocacional, si no de otra de las modalidades, que tienen que ver con la orientación educativa, profesiográfica, etc.

Existen algunas disciplinas que tienen que ser bien identificadas entre los docentes y estudiantes, pues la confusión de ellas no permite el avance de las ciencias sociales. Una disciplina que es constantemente confundida con orientación vocacional es la orientación profesiográfica. Esta última se dedica, como su raíz etimológica lo indica, a la descripción de profesiones que ofrece a los estudiantes, una panorámica de posibilidades con lo que se evaluará la oferta laboral para realizar una buena elección de carrera, mientras que orientación vocacional se dedica a la capacidad de amar, dar y servir en una relación con Dios, el cónyuge, la sociedad y el ejercicio profesional.

El Llamamiento hace referencia a las tres demandas que recibe una persona, para que accione en el mundo que vive. El llamado más importante es el que tiene que ver con Dios, porque éste determinará nuestro destino eterno. En medio de tanta confusión y desorden social, hoy más que nunca debemos reconocer la voz del que nos está llamando y este ensayo pretende enfocar ese asunto. Todos los seres humanos debemos de analizar el riesgo que corremos al desoír la voz del yo (1), el de la sociedad y principalmente el llamado de Dios. ¡No corras riesgos! Mejor es que escuches el llamado antes que termines pobre, marginado y condenado por la eternidad, los dos primeros riesgos se pueden superar, pero el ultimo no.

El término yo, no es utilizado en este ensayo bajo el concepto que se maneja en psicoanálisis, sino en contexto Bíblico Paulina.

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