Capítulo III. Forjando el Destino.

Dios llama al hombre porque tiene el propósito de ayudarle en las decisiones que habrá de tomar a lo largo de su vida sobre la tierra. A Él le interesa tener comunión con cada persona. Le preocupa la manera en que ellas toman decisiones a diario, está interesado en bendecir a la humanidad, para que todos sean felices y triunfen en la vida. Él sabe la importancia que tiene el noviazgo y el matrimonio para una pareja, por lo que quiere tomar parte en esa decisión.

Por la trascendencia que tiene elegir una novia y esposa, es necesario que Dios tome parte en la valoración y decisión correspondiente. Muchos cristianos triunfadores han orado por los cónyuges de sus hijos, ellos aún no han nacido. Ellos reconocen que el matrimonio, es uno de los tres factores que determinan el éxito o fracaso de una persona. Saben que detrás de cada hombre que triunfa hay una gran mujer y de cada hombre que fracasa hay una mujer. Que detrás de cada mujer que triunfa hay un gran hombre y detrás de cada mujer que fracasa, hay un sujeto que pretendió ser hombre. Tenemos que reconocer a quienes estuvieron detrás de esta elección, que influyó en determinar a la persona que estaría detrás de cada quien. Esta elección se puede hacer con o sin la voluntad de Dios.


Eligiendo esposa.

Antonio y Cristina se conocieron en un campamento. Años después se hicieron novios. Antonio, como muchos hijos de pastores, no andaba de manera ordenada por el camino del Señor. Le gustaba convivir con la gente del mundo, trabajaba con ellos y también estudiaba, dejando a un lado a los hermanos de la grey. Sus lugares de diversión eran el baile, el cine y el billar, juego en donde no apostaba dinero, por convicción religiosa, algo que sus compañeros aceptaban, porque reconocían que él era evangélico y en su religión se prohibían los juegos de azar.

Cristina por su parte hacía todo su esfuerzo por ser una buena cristiana. Era entusiasta entre los jóvenes, trabajaba en el evangelismo y participaba en todas las actividades de su congregación, pero tenía un defecto, le gustaba ir al cine, al baile y tener novios que no eran cristianos. Cristina y Antonio eran de congregaciones distintas, convivían únicamente en los campamentos, por lo que no tenían una relación de amistad muy estrecha. Pensar en que algún día podía surgir entre ellos algo más que una amistad o noviazgo, parecía tan real, como decir que encontramos gente viviendo en la luna.

Un buen día, por razones de estudio, tuvieron la oportunidad de convivir de manera más cercana; ambos querían estudiar la misma carrera, de tal manera que juntos empezaron a realizar los trámites académicos, para ingresar a lo que se suponía, sería la profesión a la que ellos se dedicarían de por vida. Eso les permitó relacionarse más de lo que se habían tratado. Comenzaron entonces un juego de amistad, cada uno tenía una relación de noviazgo por su cuenta, pero se sentían atraídos el uno por el otro. No pasaron muchos días en que la compañía diaria los llevó a una relación más cercana. Pasaban juntos varias horas del día, jugando, platicando y saliendo juntos.

Antonio aprovechó esta oportunidad para pedirle a Cristina que se hicieran novios. A ambos no pareció importarles el compromiso que ya tenían, total no perdían nada y sin pensarlo mucho, Cristina aceptó sin haber terminado su relación con el otro joven cristiano. En los siguientes días fueron sorprendidos por sus parejas, quienes terminaron contundentemente con ellos y ya no había impedimento para que formalizaran su relación a la vista de todos, así que decidieron oficializar su noviazgo.

Cristina cuestionaba a Antonio por la conducta anticristiana que llevaba, pero ella a veces lo acompañaba a los lugares que él frecuentaba. A unos meses ya comenzaron a platicar de hijos y matrimonio, aquello llegó a un punto de seriedad y Antonio le pido a Cristina que se casaran, ella acepto no sin antes escuchar la aclaración que le hizo Antonio: “Cuando me consagre definitivamente al Señor, voy a ser pastor”. Cristina rió de buena gana y acepto aquella aclaración. Se casaron y todo iba como en el noviazgo.

Al paso de los meses, empezaron las discusiones, Antonio tenía fuertes arranques de ira y Cristina no era la excepción. El matrimonio estaba pasando por una crisis espiritual muy fuerte debido a la mala relación que ambos tenían con el Señor. Sólo permanecía aquella lucecita de convicción de “no al divorcio”, lo cual hacía que al final de cada batalla ambos se buscaran para reconciliarse y encontrar la paz.

Cómo afecta que un noviazgo se inicie sin la dirección del Señor, sin entender el llamamiento que a ambos les ha hecho y sin conocer el propósito de Dios para la vida de cada uno de los consortes. El problema es que muchas parejas lo entienden tarde, porque si lo hubieran entendido a tiempo, se hubieran ahorrado muchas lágrimas y situaciones bochornosas, como el “me voy con mi mamá”.

Pero Dios tiene planes alternos para cada creyente que se desvía de sus propósitos y para cada pareja que inicia una relación de noviazgo y matrimonio, sin tomar en cuenta su voluntad y llamamiento. Un día sucedió lo inesperado. Antonio se convirtió realmente y sin pensarlo dos veces tomó el pastorado. El plan alternativo de Dios empezó a obrar y nuevamente apareció la posibilidad para que Antonio y Cristina se convirtieran en un proyecto victorioso del Señor, algo que ellos habían ignorado desde el principio de su relación.

Cuando Cristina se enteró de la decisión de Antonio, reaccionó sorprendida y se propició una discusión, por lo que ella consideraba una decisión apresurada y en la que deberían de concordar, las dos opiniones. Antonio le dijo: “yo no te engañé, te dije desde el principio que yo iba a ser pastor y ya lo soy, de manera que ya no hay vuelta de hoja”. Con cierta incertidumbre Cristina lo aceptó, total ella quería que Antonio regresara a la Iglesia y eso era ya una realidad, lo que debería de seguir estaba en manos del Señor, sólo restaba apoyarse mutuamente, para que no se desviaran nuevamente del camino. Actualmente Antonio y Cristina tienen más de 30 años de casados y de ser pastores en la Iglesia del Nazareno de México. Todos los hijos que tienen son profesionistas y están involucrados en la Iglesia, qué misericordioso es El Señor, a pesar de nuestra dureza de corazón.

Cuando una pareja piensa iniciar un noviazgo, bueno sería que primero tomaran en serio la expectativa de vida que cada uno tiene por parte de Dios; en segundo lugar saber si aquello que están haciendo en ese momento, está bajo la voluntad de Dios y por último, considerar si se tiene claro el llamamiento Del Señor, para la vida de cada uno de los consortes. De ello depende la segunda más grande decisión que un hombre y una mujer han de tomar en su vida y con lo que estarán forjando también su destino. El matrimonio es el lugar para que se dé el respeto y no el maltrato; la felicidad y no la amargura; la victoria y no el fracaso; algo que depende sólo de la relación que una pareja tenga con Dios.

La filosofía humanista ha influido fuertemente en las costumbres y lenguaje de nuestras sociedades, a través de los medios de comunicación, trascendiendo hasta la misma educación familiar, religiosa y académica básica, así como la universitaria, haciendo de lo vulgar un sistema de lenguaje cotidiano y de la disipación moral una norma de conducta. La Iglesia, por medio de sus miembros, no ha podido escapar de este problema, a tal grado que hoy se tiene un cristianismo social, tan difícil de aceptar por las generaciones pasadas, en donde no existe una relación directa con el Señor.


Relación de noviazgo o pareja.

El noviazgo es uno de estos asuntos que podríamos mencionar. Las relaciones de pareja hoy son de cuatro clases; los amigos con derechos, que son como novios pero sin compromiso y formalidad. Los novios, que a vista de todos tienen una relación amorosa consentida por los padres. Los que son pareja, un tipo de amasiato que tiene por característica el convivir en la misma habitación, pero sin compromisos legales; o aquellos que a vista de todos son novios, viviendo cada uno de ellos en casa de sus padres, pero teniendo relaciones sexuales. Y por último tenemos al matrimonio, relación conyugal formal ante la Iglesia y la sociedad.

Algunos muchachos rechazan el término noviazgo, por la formalidad que ello implica. La filosofía es que se deben de tener relaciones amorosas por atracción física y sin compromisos sociales. A nuestras sociedades les asustan los términos como dogma, norma, ley, compromiso y religión, porque ello implica tener obligaciones en las que no se está dispuesto a sujetarse. El culto a la libertad, es la proclama de un chico moderno, de mente abierta y sin prejuicios de alguna forma o tipo, de manera que el título de noviazgo está fuera de su alcance y lenguaje, razón por la cual se ha inventado un término menos comprometedor, como es el de “amigos con derechos”.

Mi pareja, significa alguien que vive en forma conyugal con la persona que utiliza este concepto y en la que, según ellos, se logra romper con los convencionalismos y ataduras, permitiéndole a la pareja que disfrute su sexualidad, sin robarles su espacio y libertad. Ante la sociedad, se justifican diciendo que el matrimonio es algo privativo de espacio y libertad. Que le roba a la pareja la capacidad de decisión, como si un acta de matrimonio, fuera el cinturón de castidad, con el cual un hombre o una mujer lograran evitar que su pareja cometiera adulterio.

El noviazgo es el enamoramiento de dos personas de distinto sexo, con claras intenciones de unión, estabilidad y exclusividad, en la que el uno y el otro tienen claras intenciones de una relación conyugal a futuro. Es el momento en que la relación con Dios permitirá hacer una elección, de la que dependerá el éxito y felicidad presente y futura. Es un estado probatorio de un hombre y una mujer, en donde se pone en juego la fidelidad, visión y capacidad para amar, dar y servir. Es aquí donde los novios demuestran sus capacidades para adquirir compromisos y establecer relaciones maduras.

Quien ve al deber como la falta de libertad y renuncia a ciertas posibilidades fuera de la relación de pareja, no está hablando de amor, sino de deseo sexual y satisfacción egoísta, por ello le asusta el término de noviazgo formal, así como el de matrimonio. Esta relación de amasiato se ha infiltrado hasta la misma relación de Dios y el hombre. Muchos no quieren ser miembros de la Iglesia, prefieren tener con ella una relación de amigo con derechos, así esto les evita el compromiso de asistir regularmente, de evangelizar y diezmar.

Quien no acepta el compromiso y la sujeción, se descalifica para tener una relación de noviazgo, matrimonio o membresía congregacional. Estas personas ven al noviazgo y la asistencia informal a la Iglesia, como una oportunidad de entretenimiento y paseos por las mañanas y tardes de sábado o domingo y por lo tanto demuestran su incapacidad para amar y mantener relaciones maduras. En pocas palabras no tienen vocación para el matrimonio y la vida cristiana.

El noviazgo no es caminar a ciegas para ver si la relación de ambos funciona o no, el noviazgo es el primer intento de una vida conyugal y el matrimonio es el efecto de ello y no producto de la casualidad. El matrimonio es el resultado de un noviazgo sano. El amor conyugal es fidelidad y exclusividad que dura hasta la muerte y eso se cultiva desde la escuela del noviazgo. Ahí se construye a la pareja. Ella lo hace al molde y el la hace al molde a ella. Ambos se niegan a sí mismos, para dar paso a la pertenencia del uno y el otro. Si los novios se construyen podrán proclamarse exclusividad mutua, y por lo tanto pertenencia. Si eso no se logra, el divorcio y la infidelidad estarán a la vuelta de la esquina.

Si en los años previos al matrimonio se cultiva una relación egoísta, entonces se provocará una fuerte alergia a todo lo que signifique respeto, fidelidad, honestidad y compromiso. El lazo delgado del noviazgo abrirá su puerta al fracaso, la infidelidad y el divorcio. El divorcio y la violencia intrafamiliar no surgen al mes del matrimonio, viene desde los primeros días del noviazgo, de tal manera que el noviazgo es el preludio de lo que será el matrimonio.

En el noviazgo un joven y una señorita tienen que cultivar su relación con Dios, para que exista entre ellos confianza, honestidad, comprensión, cariño, fe y respeto, para que se puedan abrir las puertas de la verdadera fidelidad, éxito y victoria. No hacer esto afecta la calidad de vida en ambas partes, daña irremediablemente a la conciencia y estima de los hijos, lo que determinará el fracaso total de la familia.


No hay por que arriesgar.

Dios nos ha llamado a vivir matrimonios victoriosos, con calidad de vida, éxito profesional y desarrollo armonioso, tanto en el plano material como en el espiritual, lo cual también tiene que ver definitivamente con el trabajo dentro de la grey. Pero las actitudes cuentan, el como nos conduzcamos y aceptemos el comportamiento de otros hacia nosotros, influirá en el éxito o fracaso de todo lo que hagamos. La historia de Fabiola y Armando nos da testimonio de ello.

De Fabiola y Armando poco sabemos de su niñez, Fabiola era una chica de clase media, tímida y con una estima baja, que desde que conoció a Armando solo tuvo ojos para él. Armando era un muchacho de clase media como Fabiola, sin muchas aspiraciones, que no supo aprovechar la oportunidad de estudiar para forjarse una carrera. Se conformó con tener un trabajo medio, que le brindara un bienestar económico. Por la educación recibida en casa, Armando era una persona poco visionaria, conformista, cortante, prepotente y obstinada en su manera de ser y de pensar. Cuando Fabiola lo conoció, él sólo se fijó en sus virtudes y apariencia física, en eso ella llenaba los requisitos que él buscaba.

Para Fabiola, Armando tenía las características físicas que deseaba para futuro padre de sus hijos. Qué importante es que una pareja pueda ver cosas más importantes en el noviazgo, que el aspecto físico de la persona. Ellos debían haber buscado a Dios, pero no sólo no lo conocían, tampoco tenían interés en acercarse a Él, por lo que la relación creció sin muchos cambios positivos entre ellos. Fabiola tuvo mejores candidatos para casarse, pero la relación que sostenía con Armando eclipsó un mejor futuro para ella. Durante el noviazgo él le hacía escenas de celos, ella se subordinaba a las demandas de Armando.

Armando era dominante, pero a Fabiola no le interesaba, dejaba que el la tratara con palabras ofensivas, no medía su lenguaje cuando hablaba con ella. Fabiola consideraba que eso era normal en un chico mexicano, criado en una cultura matriarcal, con un padre ausente, alcohólico y maltratador, nunca pensó que esa historia se repetiría en su relación matrimonial. Los hombres cambian con el tiempo y más si se les da mucho amor, decía Fabiola. Qué lejos estaba de pensar por la conducta presente de Armando, el futuro hogar que le esperaba, y aún así decidió arriesgarse, sin medir las consecuencias.

Si un hombre trata con cierto desdén a una mujer durante el noviazgo, en el matrimonio terminará menospreciándola y si éste juega de manos con ella antes del casamiento, en el matrimonio terminará golpeándola. Lo triste es que muchas muchachas no creen esto y se involucran ciegamente con un hombre maltratador, con quien terminan siendo parte de las estadísticas policíacas. Fabiola permitía que la maltratara psicológicamente, le decía que ella era una ignorante, ¿qué podía saber de la vida? Le alzaba la voz cuando discutían y se expresaba despectivamente del sexo femenino. Ella simplemente callaba.

Fabiola permitía muchas de sus agresiones y deslices, pensando que así son todos los hombres, pero que con el tiempo llegan a cambiar. Creía que si ella le daba un hijo dentro del matrimonio, eso sería suficiente para que recapacitara en su actitud. Se olvidaba que hijo abandonado será padre que abandona, que hijo maltratado será padre maltratador. Estaba pasando por alto, que los seres humanos enseñamos de la misma manera en que fuimos enseñados. Fabiola desconocía que sólo Dios es el único que puede convencer y cambiar a un ser humano y que fuera de Él, todo esfuerzo es imposible. No alcanzó a ver el riesgo de su decisión y se casó con Armando.

En la ciudad de Chihuahua Chih., un matrimonio de pastores decidió predicar el evangelio casa por casa dentro del fraccionamiento en que Fabiola vivía y cuando tocaron a su puerta, ella los recibió con alegría. Los visitantes le presentaron el mensaje. Fabiola prometió empezar a reunirse con ellos. Muy contenta le contó a su esposo lo que había sucedido aquella tarde, él no le contestó, sólo se concreto a escucharla. La experiencia cristiana de Fabiola comenzó a ser cada vez más firme, por lo que se atrevió a pedirle a su marido que le permitiera a los pastores que los visitaran en casa. De no muy buena gana aceptó Armando y los pastores se alegraron de la oportunidad que se les presentaba y concertaron una cita.

Llegado el día y la hora, los pastores tocaron con puntualidad la puerta, era ya de noche y Armando los recibió con toda cortesía. Iniciada la plática evangelística en donde los pastores le presentaron el plan de salvación a Armando, éste les contestó tajantemente: “Miren señores, ustedes pueden asistir todas la veces que gusten a ésta su casa, siempre serán bien recibidos; pero yo quiero aclararles que soy una buena persona, no le hago mal a nadie, todos los días que me levanto doy gracias a Dios por la vida que me da, salgo y Dios por delante, regreso de igual manera, pero esta mujer que vive conmigo, si necesita el mensaje que ustedes traen; a ella no la conocen todavía, cuando sepan quién es, entonces me darán la razón, por lo pronto yo no necesito de religión, soy un buen padre y marido y no le hago mal a nadie”.

Cuando los hijos desconocen la palabra de Dios y crecen sin el conocimiento de su poder redentor, el único modelo de matrimonio lo obtienen de la relación que tuvieron sus padres. Armando había escuchado a su padre decir, mientras que maltrataba a la familia: “Yo siempre tengo la razón, todo el mundo está mal, toda la gente es hipócrita, a pesar de que no salían de la Iglesia”. Armando aprendió muy bien las lecciones de filosofía que recibió en casa y así pensaba y se conducía ahora. No cabía en su mente la apertura al cambio, su padre le había heredado muy bien esta idea intransigente y de esa manera se defendía.

Por su parte, Fabiola aprendió de su madre a ser una mujer sumisa, sufrida y abnegada ante las actitudes y desplantes del jefe de casa. Según su percepción, toda mujer debería de aguantar el maltrato físico y verbal de un hombre, además de soportar su alcoholismo y falta de aspiraciones por el progreso.

El mensaje continuó ante la indiferencia de Armando, su actitud denotaba soberbia e hipocresía, él vivía una vida doble y Fabiola lo presentía. Trató de quedar ante los ojos de los pastores como buen vecino, creyente y ciudadano, pero su trato hacia Fabiola era suficiente prueba para dudar de sus palabras. Los pastores no lograron nada ni ese día ni los posteriores. Un día Fabiola dejó de asistir al templo, la razón poca gente la conoce. Lo cierto es que no quiso pagar el precio de su llamamiento, ni pretendió encontrar el propósito de Dios para su vida.


La relación de pareja.

La relación que un creyente tenga con Dios, determinará el tipo de pareja que se escoja para casarse. En el libro de proverbios, capítulo 31:10-31, establece un tipo de relación matrimonial, que por lo regular se analiza sólo de manera superficial, sin aprovechar toda la riqueza que tiene el pasaje bíblico. El mensaje que presenta este capítulo, nos habla de una relación matrimonial influyente y complementaria, que surge entre dos personas que decidieron casarse bajo la voluntad de Dios y el propósito que Él tenía para sus vidas.

Se habla de una relación en la que el corazón del marido está confiado. El deja que ella administre las ganancias que él obtiene, porque ella está preparada para hacerlo. Aquí no se presenta la imagen clásica del marido que controla el salario que percibe. Aquí se presenta más bien a un hombre que ha depositado en la esposa toda su confianza, de manera que no tienen ningún inconveniente para que ella administre el dinero. El marido no le entrega el sobre del salario abierto. No hay necesidad de ello, porque ella sabe administrar bien las ganancias, por lo que no carecerá de nada (verso 15).

La mujer que se presenta aquí, no es despilfarradora, conoce muy bien las faenas del hogar y cuando va de compras sabe aprovechar las ofertas, (verso 14), conseguir los mejores productos al mejor precio de la ciudad. No gasta por ostentación, sino por necesidad. (verso 13). Por ello su marido confía en sus capacidades. El y ella supieron escoger bien a su pareja, porque Dios les dio la visión y sensibilidad para ello. Ello es prueba de que tienen una buena relación con Dios.

El marido es una persona que sabe dirigir bien su casa, porque le da a ella el lugar que le corresponde, (verso 28). Él se complementa con ella en el plano profesional; ella ejerce bien su trabajo y el marido es emprendedor, visionario y trabajador, (verso 23), como ella. Planean juntos el rumbo que ha de llevar la familia; él se reúne con los sabios de la sociedad a la que corresponden los dos, porque es un triunfador. El y ella eligieron por cónyuge, a quien estaba a la altura de las capacidades que tenían el uno y el otro, para trabajar en complemento y no en discusión y contienda.

El marido no es quien desconfía de la madurez de su mujer (16-22), porque ella le da testimonio de ser tan capaz y profesional como él. El supo elegir y ella también. El éxito que ahora tienen, por el cual van bien los negocios, es porque ambos se dejan llevar por la voluntad de Dios. Es seguro que no anticiparon su sexualidad al matrimonio. Es posible hablar de una mujer que está detrás de la imagen del marido y a un marido que está detrás de la imagen de su mujer.

El matrimonio que describe proverbios, supo forjar su destino y mantuvieron una relación matrimonial con calidad de vida, asunto que compromete a dos que deciden casarse, porque detrás de cada hombre que triunfa hay una gran mujer y detrás de cada hombre que fracasa hay una mujer. Detrás de cada mujer que triunfa hay un gran hombre. Detrás de cada mujer que fracasa, hay alguien que pretendió ser hombre. Con una relación así, jamás se le apostara a la vida.

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