Tres Aspectos de la Santidad
Aarón Catalán de León
La santidad es un tema doctrinal que no se agota, porque siempre existe algo nuevo y fresco al respecto. Por años he predicado esta doctrina en la iglesia y aún encuentro más del tema que me lleva a nuevas reflexiones, aprendiendo por el Espíritu Santo lo que es y cómo se vive la santidad. Es un tema profundo como la Fuente proveedora de este Don divino y se nos presenta en la vida cristiana como una meta, por leer la aspiración de todo aquel que ha recibido el amor, gozo; poder y fea través de la gracia redentora del Señor Jesús; también es un reto, porque prueba la fe y convicciones con que hemos venido al Señor y es un mandato porque Dios quiere que lleguemos a su nivel espiritual, la santidad.
Una Meta
Cuando el creyente acepta por fe la salvación, queda ante un camino de crecimiento espiritual (Isaías 35) debido a lo dinámico que es el andar con Cristo; es aquí donde la aspiración de servirle y agradarle se presenta como una meta, la santidad característica de nuestro Salvador, y alcanzar esta experiencia abundante es el anhelo de todo creyente. No. es una alternativa, es lo único real, genuino y con valor moral y espiritual que nos da la verdad, gozo, paz y todo lo limpio y hermoso que hombre alguno soñare, pero que la humanidad no. ha lo grado en siglos de esfuerzos, búsqueda política, social, educativa y. militar. No. es una opción; lo creemos y lo predicamos, es el único camino para llegar a la única meta que nos acerca al único. Dios, si hemos de andar como. El anduvo. (1 Juan 2:6).
La tendencia del hombre por siglos ha sido mentir, pecar, hacer la guerra, destruir todo lo que le rodea, en pos de la única meta; su egoísmo; han nacido entre nosotros, en todo tiempo, quienes con nobles sentimientos han tratado de reconstruir la humanidad, la tierra, el me dio social de pueblos. Han hecho estas gentes grandes esfuerzos entre niños, jóvenes, adultos, comprometiéndose en empresas e instituciones humanas para alcanzar así las metas soñadas que sólo en Cristo y por medio de El se pueden lograr, pero como el tiempo antiguo no han querido reconocerle y la tendencia destructiva del hombre sigue su cauce, y ni tratados, conferencias, foros nacionales e internacionales dan luz o soluciones.
Cuando era adolescente esto me frustraba, pero ahora entiendo que sólo por Cristo y el poder de su Espíritu se puede alcanzar tan preciada meta. ¿Cuál es la meta del hombre que vive sin el Señor? La destrucción de todo, el fin del mundo, la vida licenciosa. ¿Cuál es la meta, mensaje y respuesta del cristianismo al mundo?
La santidad y purificación de corazón que por el Espíritu Santo recibimos de lo alto. El apóstol Pedro dice en su segunda carta en el capítulo 3:11: "Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir...". Aún podemos agregar que por ser necesario vivir en santidad para ver el rostro del Señor (Hebreos 12:14), esto se confirma aún más como meta.
Un Reto
La santidad comúnmente es rechazada como una posibilidad de vida en esta tierra, por una gran multitud de religiosos que no han alcanzado a comprender el plan divino; ven la vida de santidad para vivirse sólo en el cielo, pero no aquí en la tierra; no han entendido lo que el Señor nos promete, como lo hace en Mateo 11:30: "Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga". Entre estos extremos surge para todo cristiano el reto de alcanzar la santidad.
Quienes defienden la postura de imposibilidad para vivir la santidad en esta tierra, apelan a la idea de que somos humanos, imperfectos y por consecuencia pecadores, confundiendo estos estados de vida, como si fueran sinónimos, estados que pueden estar integrados en un ser humano, pero que no necesariamente debe ser así. Porque un cristiano es un ser humano que puede estar en vida santa en pos de una perfección por medio del Espíritu Santo. El apóstol Juan en su primera carta lo aclara en el capítulo 5:18: "Sabemos que todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, pues aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca". Aquí nace el reto para todo aquel que es llamado por Dios para ser santo (Colosenses 1:22; Efesios 4:12-13).
Un Mandato
Por ser nuestro Dios un ser infinitamente grande, sin principio y sin fin, todopoderoso, santo, es entonces para nosotros un mandamiento de su parte el que seamos como El es En la Biblia se nos da este mensaje sólo a quienes hemos aceptado el plan de salvación (1 Pedro 1:15-16).
Ser como nuestro Padre, es algo que todos aceptamos y queremos. Por ello se hace necesario que recibamos este mandamiento que no proviene de intereses humanos, sino del cielo, de nuestro Dios y salvador.
Este mandato no nace de unos años atrás, ni aun con la iglesia primitiva o el surgimiento del pueblo de Israel (Levítico 11:44), ya que mucho antes existieron hombres que gozaron de esta experiencia de andar con Dios (Génesis 5:23-24). De manera que hoy le debemos esperar en santidad, porque es nuestra nieta, un reto ante un mundo que se corrompe y aleja más de Dios, heredándonos una atmósfera social llena de inmundicia; y es un mandato, porque es la Palabra de Dios.
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