¿Qué es la Santidad?

¿Qué es la Santidad?
Aarón Catalán de León

Cuando una persona es interrogada o siente cuestionada su respuesta, por lo general estará basada en su propia condición humana y, por lo regular, sus palabras buscarán aprobar sus acciones, defender su conducta y justificar sus decisiones. Basándose en ello, hay personas que definen el concepto de santidad cristiana, proponiendo interpretaciones o conceptos fuera del contexto bíblico, de manera que quien realmente vive acorde a las Escrituras, no lo puede aceptar.

El tema de santidad, siempre ha despertado polémica entre creyentes y no creyentes, expertos y principiantes, que sólo bajo el fundamento bíblico, podrán definir y experimentar con claridad.

La revelación de la santidad divina, hace que sea clara la pecaminosidad del hombre tal como queda demostrado en el pasaje de Isaías 6:1-5 donde el profeta reconoce su condición humana, que estaba siendo confrontada con la santidad de Dios. Basándonos en este testimonio, podemos asegurar que si no es claro el concepto de santidad para alguna persona, es porque no ha experimentado la entera santificación, única forma de entender la revelación divina.

El Nuevo Testamento da amplio testimonio de la posibilidad real de una vida enteramente santificada, como una experiencia palpable en nuestro mundo, con toda su modernidad e influencia y, si esto no fuera así, seguro es que jamás Dios lo hubiera demandado al hombre. Por la dificultad que esto representa para el ser humano, le proveyó de su gracia redentora y santificadora (Juan 14:6; 17:22-23).

George Allen Turner, en su libro La santidad cristiana, nos plantea una interrogante que nos invita a reflexionar con seriedad sobre nuestro asunto. ¿Acaso la ausencia de la santidad da testimonio de nuestra ineficacia o falta de interés o de ambas cosas? Aun en nuestros tiempos, las novias se ilusionan y gozan con la idea de casarse de blanco, y se empeñan en lograr dicha meta, más aun debe ser la ilusión y preocupación que debe mover a la iglesia, motivada por cada uno de sus miembros, que buscan con interés y pasión el ser llenos del Poder de lo alto, santificados por Dios y para El (Efesios 5:25-27).

La falta de cuidado e interés en ello, ha enfriado y extraviado a muchos que creyeron y gozaron de la comunión con nuestro gran Dios (Hebreos 6:4-6).

La santidad es de naturaleza divina (Josué 24: 19) y quien aspire a ella, debe saber que sólo Dios es la fuente de dicho poder y bendición.

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, Dios es Espíritu Trinitaria, el Padre como Persona, el Hijo como Persona y el Espíritu Santo como Persona.

Toda persona es espíritu, por lo cual hay personas divinas (tres), personas angelicales y personas humanas, esta es la imagen con que fuimos creados y la semejanza es la santidad. El hombre perdió la semejanza moral que tenía de Dios en el Edén, pero el amor divino había preparado redención en el Hijo, por la imagen que el hombre tenía de su Creador, el ser una persona, por ser espíritu, ya que esto le da la posibilidad de experimentar la moral de Dios, obra santificadora, que el ser humano puede recibir por fe, por la gracia suprema en Cristo.

Al salir del Edén, el hombre empezó a experimentar la separación de Dios, su moral estaba deteriorada y su incapacidad y limitaciones con que ahora se encontraba, lo volvieron vulnerable y miedoso, por lo hostil que le pareció el medio ambiente que le rodeaba.

Esto se agravó con su propia explotación que hizo el hombre por el hombre, azotado por la muerte, el marginalismo, la traición y otras cosas para las cuales no estaba preparado. Empezó a vagar sin rumbo a lo largo de la historia, extraviándose más y más entre frustraciones y empezó a vagar sin rumbo a lo largo de la historia, extraviándose más y más entre frustraciones y experiencias carnales, llenándose de soberbia, para caer a tierra derrotado y sin fuerzas ni rumbo fijo experiencias carnales, Llenándose de soberbia, para caer a tierra derrotado y sin fuerzas ni rumbo fijo.

Dios le había dado promesa redentora (Juan 3:16) para restituirlo en la semejanza divina que el hombre tenía, la santidad, con la cual recupera la capacidad moral que lo fortalece sobre toda expectativa de vida. Todo hijo pretende ser semejante a su padre, el creyente debe ser igual. Dios es Santo, esta semejanza es la santidad, ser igual a Dios.

1 comentarios:

israel dijo...

BUENISIMO E INTERESANTE...




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